Está en el agua. Sus pulsaciones van a mil mientras recorre la piscina de un lado a otro una y otra vez. Cuando termina la décima vuelta, oye un silbato que indica que se detenga. Lo hace, con la respiración agitada. El entrenador se acerca al lado de la piscina en el que se encuentra y se agacha para hablarle.
-Muy bien el entrenamiento de hoy, María. Sigue así y podrás ganar el campeonato. -y acompaña sus palabras con el dedo pulgar levantado.
Le sonríe y sale de la piscina. Se dirige a los vestuarios. Se quita el bañador y coje las cosas necesarias para la ducha. Entra y enciende el agua caliente, que recorre su espalda, relajándole. Desde que escuchó a aquel chico cantar no se quita su voz de la cabeza. Sabe que la ha escuchado antes, pero lo que no sabe es dónde. Su respiración se calma, sus pulsaciones bajan de ritmo. Cuando termina de ducharse está totalmente calmada. Se viste, coge sus cosas y sale del pabellón. Mira el reloj. Son las 20:00, y la actuación empieza a las 22:00. Tiene tiempo de arreglarse si se da prisa. Se dirige a la parada y se sienta, de nuevo escuchando música. Suena una canción lenta. “Don't let me go” se llama. Un momento. ¿No es esa la voz del chico que cantaba antes? Resulta que esa canción se la encontró por internet un día que buscaba música nueva para descargarse. Vio la canción en una página web que casi nadie visitaba. La escuchó y le gustó tanto que se la descargó. Lo que nunca imaginó es que fuera a conocer al chico que la cantaba, y mucho menos que fuera a un 'concierto' suyo. Sigue escuchando la canción hasta que termina. Está muy segura de que el chico que se ha escuchado por sus auriculares es el mismo chico que ha visto en la parada. Aún sigue dándole vueltas al asunto cuando llega el autobús y se sube en él. Repite la misma operación que antes: le paga al conductor y toma asiento. Cuando ya va a mitad de trayecto, su móvil suena. Lo saca del bolso y mira el nombre de la persona que llama: Sara. Descuelga.
-¡Hola! ¿Tienes planes para hoy? ¿Has quedado con alguien?
María duda un momento. ¿Invita a su amiga a ir al bar donde actúan? Y luego otra duda surge en su cabeza. ¿Y por qué no la iba a invitar?
-Síí. Hoy tenia pensado ir a un bar donde hay una actuación de un grupo de música. ¿Te vienes?-pregunta, aunque ya sabe la respuesta, porque Sara no se pierde una.
-¡Por supuesto! ¿A qué hora es?
-A las diez. ¿Te vienes a mi casa a y media y nos vamos juntas?
-Vale. ¿Avisas tú a las demás o las aviso yo?
-Yo misma lo pongo en el grupo de WhatsApp. Bueno, te dejo que me tengo que bajar del autobús. Hasta esta noche.
Y cuelga. Se baja del autobús y se mete en el Whatsapp mientras camina. Pulsa en el grupo que tiene con sus amigas y empieza a escribir:
“Chicas, esta noche Sara y yo vamos a ver una actuación musical en un bar cerca de mi casa. ¿Quién se apunta?”
Al instante le llegan tres mensajes (de Merche, Belen y Raquel) diciendo que se apuntan. María sonríe y guarda el móvil en su bolso. Acelera el paso para llegar lo antes posible a su casa. Cuando llega, se va directa a su cuarto. Ya tiene pensado el conjunto que se va a poner así que no pierde tiempo. Se prepara y en media hora está lista. Justo a tiempo, son las 21:25 y a y media ha quedado con las chicas en su casa. Mientras mete las cosas en el bolso, pasan los 5 minutos que quedaban y suena el telefonillo. Es Raquel, como siempre tan puntual. La última en llegar es Belén. Cuando ya están todas se dirigen al bar. No saben que les espera una noche cargada de emociones...