-¿Si?-contesta Sara intrigada.
-Hola... ¿Sara verdad? Soy Harry... ¿Me puedes ayudar en una cosa?-su voz suena nerviosa.
-Eh... claro, claro.-responde Sara extrañada.
-Verás... ayer nos dimos los números pero... he perdido el de María. ¿Me lo puedes dar?
-Claro.-responde Sara, y le recita el número de su amiga.
Harry le da las gracias y se despiden. Sara está desilusionada. No era Niall...
Entonces vuelve a sonar su teléfono. ¡Otro número desconocido! Lo coge, de nuevo nerviosa.
-¿Si?-dice de nuevo.
-¡Hola Sara, soy Niall!-responde una voz masculina.
¡¡SIII ESTA VEZ SI QUE ES ÉL!!
Sara se pone a dar saltitos por la habitación, y es que cuando el rubito se acercó a pedirle el número, no estaba muy segura de si realmente lo quería o sólo lo hacía por cortesía. Para de saltar y respira hondo cuando la voz de Niall la saca de sus pensamientos:
-¿Sara? ¿Sigues ahí?
-Si, si.-y una risita nerviosa escapa de su boca.
-¿Quieres quedar para dar una vuelta por ahí conmigo?
Sara tiene ganas de gritar de la emoción, pero se contiene.
-Claro, ¿a qué hora quedamos?
***
En otro lugar de la ciudad, no muy lejos, María sigue dormida, pero una melodía la despierta.
“I don't care, i love it!” suena a toda voz. Es su teléfono. Despacio, lo coge de la mesilla y responde con voz dormida:
-¿Quien es?
-¿María? ¿Te he despertado? Soy Harry-dice, al notar la voz de María.
María iba a decir que sí, pero tratándose de Harry no le importa.
-No, no, tranquilo. Ya estaba despierta.
-Ah, menos mal. Bueno, lo que te iba a decir...
-¿Sí?-dice María, alentando a Harry.
-Bueno que... tengo una entrada de sobra para un concierto... ¿vienes conmigo?-dice finalmente.
-Oh claro! ¿Dónde es?
-En un bar a las afueras de la ciudad. Es esta tarde a las ocho. ¿Te viene bien? Los chicos también van.
-Em.. si me viene bien.-responde María un poco decepcionada. Creía que iba a estar sola con él...
-Bueno pues esta tarde nos vemos. ¿Te paso a recoger?
-¿En serio? Sería un placer.
-¡Claro! Pero dime donde vives.
-Pues el edificio que hay al final de la calle del bar en el que tocasteis el otro día. Ese de ladrillos rojos. Pues ahí.
-Vale, pues a las siete y media estoy ahí. Adiós María, un beso.
-Adios...
Y cuelgan. Está deseando que sean las siete y media...
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