Capítulo III

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El gallo ha cantado hace unos segundos. Mi mano se dirige al pequeño mueble que acompaña mi cama.

Tomo la cajita donde se hayan los medicamentos y retiro una pastilla.

Me levanto y camino 6 pasos a mi izquierda. Abro la puerta del baño. Dirijo mi mano a mi derecha y me afirmo del lavamanos. Frente a este busco el vaso que está ahí. Dejo que corra el agua en el vaso. Mientras tiro el medicamento al retrete.
Corto el agua del lavamanos, bebo un poco del vaso y al terminar boto el agua restante.

Estoy algo cansado. Ya no tengo las energías de antes. Este pobre hombre sólo quiere morir. Nunca pensé llegar a esto.

Tan viejo y desgastado.

La puerta de mi alcoba se abre despacio creando un chillido molesto en el lugar.

-Hola señor David- Dice Ema, una señora contratada por mi hijo para cuidarme- ¿Cómo amaneció?-

-Creo que más viejo y arrugado- Digo riendo.

Esta mujer me hace compañía, me prepara el desayuno, busca la ropa que usaré durante el día.
Me pregunta todos los días si me he tomado los medicamentos. Incrédula.
Es una señora agradable y preocupada por mi. Hace las compras para complacer mis gustos.

-Le dejé la ropa en la cama- me ayuda a dirigirme a esta- es algo gruesa por que hace bastante frío. Ha nevado toda la noche.
-¿Te costó llegar?
- No, el alcalde se encargó de que despejaran las calles temprano en la mañana.

Ema se encarga de preparar el desayuno.

Como siempre, pido un tazón de leche con avena y manzana picada. También un té y una tostada con mermelada.

-Lu, ¿cómo dormiste anoche?-pregunto.
-Muy bien abuelo, la cama estaba abrigada así que no pase frio.
-¿Te costó levantarte?
-Un poco, pero recordé que debes terminar de contar mi historia de amor.

Luciano toce fuerte.

-¿Cómo es eso de MI historia de amor?-
-El abuelo me está contando una historia. De Simón, él salva a una niña y se llama Lucía, o sea yo. Espero encontrar a mi Simón cuando sea grande

Paloma ríe a carcajadas. Pero al parecer no le ha agradado el comentario de su hija.

Además ha vuelto a torcer y se que es para llamar mi atención, se lo que está pensando en estos momentos.

-Abuelo David, ¿te ayudo a caminar por el pasillo camino a la biblioteca? Me prometiste seguir con MI historia.
-Esta bien hermosa.

Uno...
Dos y...
Tres...
Al fin estoy sentado

El olor a libro viejo y guardado impregna mi nariz. Una nostalgia invade mis pulmones y mil recuerdos vuelven a mi...

Tardes escuchando a mi querida esposa ahí en el sillón de enfrente leyendo un millar de libros románticos y poemas de amor.

Como la extraño.

-Abuelo- La niña me saca de mis pensamientos- ¿quieres una mantita para tus pies?

-Esta bien hermosa-y agrego- podrías decirle a Ema que nos traiga algo caliente para beber. Puedes pedir para ti una leche y para mi un té con canela y miel.

Después de unos minutos Ema nos ha dejado el pedido que le hemos hecho.

-Cuéntame abuelo, ¿Ella era linda? ¿Qué le gustó de ella a Simón?

Lucía era hermosa. Y a Simón le gustaba mucho su sonrisa, sus pecas y las ondas de su cabello. Estas últimas le hacían recordar las olas del mar.

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⏰ Última actualización: Sep 22, 2019 ⏰

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