I. Lo que no te mata te hace más fuerte

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David se despertó en una fría cama de hospital entre cuatro paredes blancas sin una sola ventana y tan sólo una luz en el techo que daba un aspecto a la habitación bastante deprimente, a su derecha en su misma habitación se encontraba el baño, que contaba con un retrete, un lavabo y un espejo, estaba confuso, no pisaba un hospital desde que le operaron de apendicitis hacía ya unos 6 años, se encontraba muy bien, no presentaba ningún daño en su atlético cuerpo más que unos arañazos en sus brazos y un par de puntos en su cabeza, quizás por eso tenía esas migrañas que tanto le estaban martillando la cabeza, no entendía nada, no podía recordar ni por qué estaba allí ni cuánto tiempo había estado durmiendo.

Llevaba uno de esos pijamas abiertos por detrás y no llevaba nada debajo de él más que sus calzoncillos de Batman y sus calcetines negros, estaba completamente solo en la habitación así que decidió salir al pasillo a ver si veía alguna enfermera o algún médico para preguntarle, se quitó fácilmente la vía del gotero que ya estaba vacío, fue directo al baño de su habitación y se lavó la cara para espabilarse un poco, a pesar de tener veintitrés años aparentaba bastantes menos, su cara parecía la de un chaval de diecisiete años, sus heterocromos ojos, tanto el derecho verde como su ojo izquierdo marrón se notaban descansados después de tanto dormir, vio que tenía algo de barba, cosa que le parecí algo extraña porque él siempre iba bien afeitado, se peinó un poco sus cabellos castaños hacia arriba como los suele llevar siempre y se decidió a abrir la puerta aunque sin suerte, algo la bloqueaba por el otro lado.
- ¿Quién ha sido el listo que ha atrancado una puerta en un hospital? Pensó en voz alta.

Todo le parecía muy surrealista y empujó la puerta con su hombro varías veces sin poder abrirla, decidió coger carrerilla para iniciar otra embestida y como si de un jugador de fútbol americano haciéndole un placaje al rival se tratase consiguió abrir la dichosa puerta.

-¡Já! Exclamó orgulloso

El sonido de una barra metálica resonó cayendo al suelo cuando la puerta se abrió, eso era lo que la bloqueaba, por fin abierta asomó la cabeza y lo que vio le hizo cerrar la puerta de golpe, la cara de satisfacción que tenía al haber conseguido abrir la puerta cambió de golpe, se quedó compungido, sentado con la espalda apoyada en ella, había visto demasiadas películas de zombis y sabía perfectamente lo que era aquella criatura, pero pensó que era imposible, que nada era cierto, que solo se trataba de una broma de cámara oculta que le había gastado su hermana Paula y empezó a gritar mientras reía:

-Salid cabrones, a mí no me la coláis, ¡Paula, esta te la devuelvo!

Paula era su hermana pequeña, era una chica rubia muy guapa, los bucles de su pelo parecían interminables, con unos ojos azules preciosos, iguales a los de su padre y esa sonrisa que siempre le hacía alegrarse en los peores momentos, solo se llevaban dos años pero en ocasiones ella demostraba ser más madura que David, siempre han estado muy unidos, la muerte de sus padres creó un vínculo muy especial entre ellos, aquel maldito accidente de coche cuando eran muy pequeños rompió su familia pero por suerte la hermana de su madre cuidó muy bien de ellos, su tía María era como su segunda madre, apenas murió hace dos años, la apreciaban muchísimo.

Empezó a buscar con la mirada alguna cámara escondida en las esquinas de la habitación o en el foco del techo o en el baño sin suerte, aquel ser empezó a golpear la puerta ante el escándalo ocasionado por el joven, este sintió un pinchazo en su cabeza y empezaron a llegarle flashes de memoria, veía como se caía de la moto en la autopista de camino a la universidad, vio también cómo atravesaba el hospital en una camilla empujada por los médicos y a su hermana Paula llorando sin con suelo a su lado, luego sintió que se dormía y que despertaba hacía ya veinte minutos, ahora estaba más confundido que antes, no sabía ni cómo ni por qué acabó en el hospital pero si sabía que era algo malo lo que estaba pasando, algo como en las películas que tanto le gustaban, sólo que esta vez era real y él era el protagonista de una de ellas.

Hasta que la muerte nos enfrenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora