Su pálida piel estaba dibujada de cicatrices disimuladas con realidad, él no sabía que estaba desalmado, no sabía que lo que cometía era venenoso, que no era sensible.
Connor se refugiaba tras una sonrisa llena de melancolía y superioridad. Connor n...
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Semanas después:
El verano había terminado desde hace dos semanas, el otoño era más frio de lo que se recordaba, y la última lluvia nos cubría con estruendos y sin electricidad. Enrollé mis dedos sobre mi taza de té, el humo cubría mi rostro, haciendo que disfruté el olor a manzana canela.
La escuela había comenzado hace dos semanas, yo estaba completamente recuperada y Connor cursaba de nuevo su último año. Era todo lo que sabía de él, a pesar de que seguía viendo a Tina casi todos los días. Mi madre estaba por conseguirme un empleo en su despacho, para hacer algo en lo que me iba a estudiar la universidad a México.
Por muy raro que pareciera, el ya no estar con Connor, parecía estar yendo bien.
La pequeña cicatriz que había quedado en mi vientre, me traía amargura, pero nadie se puede deshacer de una cicatriz que representa muchas cosas en tu vida. Y no quería hacerlo, eso era el único recuerdo que tenía de lo hermoso que fue tenerlo poco tiempo dentro de mí.
—Quizá quieras venir conmigo al despacho, para que vayas conociéndolo —anunció mi madre, recargada en el marco de la puerta.
Asentí, dejando mi taza a medio tomar, para colocarme un abrigo.
—Estoy lista —dije.
La lluvia había cesado un poco y fue mínimo lo que me moje de la entrada, al auto de mi madre. Era raro pensar en otras cosas que no sean mi relación con Connor, pues, me había acostumbrado tanto a pensar en ello, que mi cerebro se consumía en su sonrisa plasmada en su rostro.
—Hable con el jefe, te admitirá. Solo como secretaria mía, es grandioso ¿no crees? —Mi madre estaba entusiasmada con lo del empleo, quizá quería convencer de trabajar en lo que ella hacía. Pero, yo no quería pasar toda mi vida aquí.
—Solo espero que paguen lo suficiente para la universidad —Sonreí de lado.