CAPÍTULO 5: HOGAR DULCE HOGAR

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*July*

-NARRA CHLOE-

Max se gira a su derecha y me mira, esperando una señal por mi parte. Entonces asiento decidida y cruzamos a paso ligero la carretera.

--Disculpe, venimos a ver el piso en venta, el cuarto primera.-dice Max

La mujer se despide rápidamente de su llamada telefónica y mira a Max, analizándola de arriba a abajo para después hacer el mismo gesto hacia mí, algo que no me agrada un pelo, pero decido callarme, no puedo liarla ahora.

--De acuerdo.-dice con un tono amargo- llevaba ya un buen rato esperando. Seguidme, ahora os mostraré el piso.

Rebusca entre un surtido de llaves enorme una pequeña llave de color azul, avanza dos pasos hacia la entrada y la inserta en la cerradura. Empuja bruscamente y nos invita a entrar.

El portal es color gris, unos buzones en perfecto orden están colocados a mano derecha. Todo se ve reluciente y detecto un olor a ambientador, así que de momento no nos podemos quejar en absoluto.

Desde el momento en que entramos al ascensor nadie sabe qué decir y el silencio inunda el elevador completamente. Max me mira y se la ve impaciente, como una niña pequeña esperando abrir su regalo de cumpleaños. Se muerde el labio inferior y mueve nerviosamente su pie derecho, a la vez que una sonrisa muy amplia invade su rostro de esa forma tan adorable que solo ella consigue.

La mujer nos trae directas a la puerta de entrada, la segunda de la planta, de un blanco impecable, parece recién pintada, y sumándole la alfombra de dos gatos en el suelo, solo con esto el piso ya tiene mi voto.

La mujer abre con llave y empieza a guiarnos por el piso: nos enseña el baño; de azulejos azules y una ducha, inodoro y lavamanos, el salón; con un sofá granate lleno de cojines de colores blancos y violetas, la pared de un marrón oscuro y el suelo de tablas de madera, una pantalla plana, una mesa y varias sillas, el pequeño balcón que comunica con la calle trasera, la enorme cocina con toda clase de electrodomésticos que, por lo menos yo, desconozco la mitad de ellos, una nevera congelador negra que se alza hasta el techo, varios armarios y estanterías y nos muestra el resto de la casa, hasta llegar a la habitación, donde vemos algo que nos sorprende muchísimo a ambas.

--Una cama...¿de matrimonio?- pregunta Max, desconcertada, a la mujer trajeada

La habitación es realmente preciosa; las paredes son blancas, excepto la de detrás de la cama, que es negra. Dicha cama doble es blanca también, y a su lado izquierdo vemos una pequeña mesita de madera donde encima hay colocada una lamparita de noche negra. A mano derecha hay un gran armario de madera oscura. Lo único que le da un toque de color a la habitación es un enorme y elegante cuadro encima de la cabecera. Dentro de ese rústico marco vemos una mariposa azul pintada con las alas abiertas. He de admitir que un escalofrío recorre mi cuerpo de arriba a abajo al verla, y Max parece paralizada. Gran cantidad de recuerdos de Arcadia Bay aparecen por mi cabeza, e intento ignorarlos.

--Les recuerdo que este es nuestro último piso en venta, y suerte han tenido de que sea para dos personas. A menos que quieran irse a vivir a la calle o lejísimos de cualquier supermercado o puesto de trabajo, esta es la única alternativa que les queda.- exclama con el tono más repelente y desagradable posible, y me tengo que retener mucho para no soltarle una ostia en la cara y quedarme tan ancha.

Max me mira directamente a los ojos, algo sonrojada, y le sonrío queriendo decir que no pasa nada, a lo que responde asintiendo.

--¿Y bien, se lo quedan o no?

--¿Cuánto dices que vale?- pregunto

--200 euros al mes.

Max ha notado a lo largo de estos veinte minutos lo mucho que me ha gustado el piso, y sé que a ella también le ha encantado, se le nota en la forma que le han brillado los ojos cuando miraba cada pequeño detalle del apartamento.

Mariposas (Life is Strange)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora