Un lugar donde refugiarse

Matt : Un nuevo comienzo

Matt llegó a la no tan pequeña casa frente a la playa, bajando de su camioneta, abrió la puerta del pasajero de la parte trasera, dejando salir a un perro pastor belga, que sin perder tiempo, corrió hacia el césped del frente de la casa, volviendo rápidamente al lado de su amo, quien siguiendo el camino hecho de piedra, llegó hasta el porche que recorría todo el exterior de esta, y sacando las llaves, abrió el cerrojo empujando la puerta para que abriera. C.J entró y corrió por todo el lugar, mientras Matt recorría lentamente la casa, viendo habitación por habitación, quitando las telas que cubrían los muebles. Se cubrió la boca y nariz con su antebrazo, tosiendo cuando el polvo de las telas voló por el aire. C.J. ahora estaba sentada en las escaleras que daban al segundo piso, moviendo la cabeza esperando a que Matthew jugara con ella.

Luego de quitar todas las telas, y doblarlas, las dejó sobre una banca en el porche junto a la puerta de la cocina y se detuvo por un momento contemplando la vista. Desde su sala y comedor, se podía ver la calle y casas del suburbio, a los lados más casas separadas por cierta distancia, lo maravilloso estaba por las ventanas de la cocina y la segunda sala, más pequeña y privada que daban una panorámica vista a la playa; arena gris y el mar a unos cuantos pasos de porche. Tenía unos metros de patio trasero cubierto de césped y flores, rodeado por una cerca clásica de madera que mantenía abierto su acceso a la playa.

Adoraba esa casa, y sabía que con su sueldo de detective nunca hubiera podido comprar una parecida, por lo que agradeció a sus abuelos, por haberle cedido su casa de vacaciones para que el pudiera vivir ahí permanentemente, al irse ellos a una casa de retiro en Hawaii.

Volviendo a entrar, se dirigió a las escaleras y subió. El segundo piso contaba con la habitación principal, la cual tenía baño propio y closet walk in. Y cuatro habitaciones más pequeñas, las cuales, cada dos comparten un baño. Era mucho espacio solo para él, pero no le molestaba, después le encontraría uso, tal vez hasta le hará a C.J un cuarto para ella sola.

Riéndose de su pensamiento, Matt siguió el mismo procedimiento que en el piso de abajo, quitando telas y doblándolas. Luego abrió todas las ventanas del segundo piso, permitiendo al aire entrar y ventilar el interior. Volvió al primer piso y dejo las telas dobladas junto a las primeras. Abrió la ventana de la cocina y de la mini sala.

Respirando un poco antes de continuar con su tarea, su mente divago por un segundo en los recuerdos de su infancia, cuando venía a pasar las vacaciones con sus abuelos porque sus padres estaban demasiado ocupados siendo sociales o por qué había hecho algo mal y quieren deshacerse de él. Como la vez que beso a un chico por primera vez, a los doce años, y su madre se dio cuenta. Dios esa tarde su padre lo molió a golpes y a la mañana siguiente ya estaba en un taxi en camino a los Hamptons, donde su abuela lo recibió.

Recordaba estar en la misma esquina donde en ese momento estaba sentado, tirado sobre su estómago, abrazado a las piernas de su abuela, quien le acariciaba sus cabellos y le decía cuanto lo amaba y que lo que había hecho no era algo malo. Su abuelo, fue más frío, pero de igual forma le demostró que el siempre estaría para Matt y que nada haría que le amara menos.

Salió de sus pensamientos cuando sintió el peso de C.J sobre su pierna, una pata cerca de su mano. Ella ladró una vez, dejando luego su lengua de fuera, jadeando, le veía directo a los ojos y Matt sintió sus mejillas húmedas. Limpiándolas con el dorso de la mano, se puso de pie y acariciando la cabeza de su perra, camino al exterior de la casa y hacia su camioneta, de donde saco una caja que decía "limpieza y almacenamiento". Volviendo dentro, se dirigió al cuarto de lavado donde encontró una moderna lavadora y secadora - agradeciendo a sus abuelos por no dejarlo a merced de lava maticas- tomó una escoba y comenzó a barrer el piso de madera.