MI VIDA

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No me considero una chica diferente a la demás gente, pero eso sería contradecirme. Para empezar... soy muda. No puedo hablar desde hace 8 años. Y me comunico mediante lenguaje de sordomudos, lo que es con señas. No recuerdo lo que se siente hablar, ni cantar, gritar, reír. Eso fue hace mucho. Fue difícil al principio, aprender como "hablar" con mis manos, etc. Perdí mi voz en un accidente. Solo eso puedo decir.

Y bueno, creo que eso es lo de menos.

Mi madre dice que somos de la gran sociedad y que nosotras somos superiores a la otra gente. Pero en lo personal no me creo superior, al contrario. Me siento muy inferior a cualquier persona, si así se pudiera decir, ya que no conozco a muchos. Comenzaré con lo básico. Ella es la dueña de dos de los mejores hoteles del estado, el William y el Hooks. Sin mencionar que tiene muchas propiedades por todo el mundo que renta. Y de ahí la gran fuente de dinero con la que vivimos día a día. Pero... sé (y lo digo por experiencia) que esa gran cantidad de monedas, no hacen feliz. O por lo menos a mí no. Lo que decía sobre conocer mucha gente, es porque hace unos tres años iba a una escuela normal, de gobierno. 

Al entrar fue difícil interactuar con mis compañeros y más con las chicas. Y no es broma o alguna forma de exageración, no tuve ni una sola amiga ahí. Un día, mientras iba a clase, por el pasillo venia una de las de último año. Y escuché todo. 

 –Si faltas una vez más tendrás una suspensión y deberé llamar a tus padres, Stella –dijo el director. 

Ella lo miró con odio y asintió asqueada. El hombre se fue y no pude evitar sonreír por la advertencia que le habían metido. Entonces miró en mi dirección y me congelé. 

 – ¿De qué te ríes, idiota? –Bajé la mirada y caminé lo más rápido que pude-. ¡Te estoy hablando, pendeja! 

 Jaló mi cabello desde atrás. Solo pude soltar mis libros y hacer una mueca de dolor. Me giré aun con mis mechas a su merced, hundió sus uñas largas y rosadas en mi cuello y estrelló mi cabeza en el suelo. Se fue. Al día siguiente pasé junto a una pareja de prepa besándose y reí silenciosamente, era impresionante toda esa interacción entre personas. Pero segundos después sentí un pequeño jalón en mi oreja. 

 –Quita esa sonrisa de tu rostro –era una de las amigas de la del día anterior. Se alejó riendo y solo pude irme con una cara completamente diferente. No le dije nada de esto a mamá, hasta que un día lo vio con sus propios ojos. Demandó a la escuela y pagó para que las muchachas fueran expulsadas. Me quede completamente avergonzada, lo que menos quería y se hacía realidad. 

Una semana después me cambió a una nueva escuela, donde había únicamente mujeres. Ya que le preocupaba que "Algún muchacho me echara el ojo y me dejara embarazada" ¿Por qué pensaba eso? ¿Por quién me tomaba? ¿Enserio creía que yo haría algo así? Los chicos apenas me miraban: una flaquita, con el cabello hasta los codos, mechas castañas y onduladas, estatura media, ojos sin emoción, (sin decir que mamá no dejaba que me maquillara). ¿Qué tenía eso a mi favor? 

 Ahh, claro. El dinero. Con eso lo dijo todo.

Por eso nunca lo mencioné. Le decía a mamá que ella y Javier, el chofer, me recogieran en la esquina. No quería que mis compañeros vieran el gran convertible negro con fuerza de 800 caballos entre los demás coches. En el siguiente colegio tuve una amiga albina, Jessica. Mi mejor amiga, creo. Pero también había chicas que molestaban. 

22: Extinción de perrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora