Capítulo segundo

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A la mañana siguiente, la vibración del móvil me despierta, y como si estuviésemos en el fin del mundo y solo ese mensaje pudiese salvarme, me abalanzo sobre él y lo desbloqueo. Al deslizar el dedo por la pantalla, el nombre de Phil aparece y mi corazón se tranquiliza como por arte de magia. ¿En serio pensaba que iba a ser Viviane? Qué estúpido he sido al pensar que me hablaría.

Colegui , qe tal anoche con mi hermana?

Decido no contestarle todavía, ni siquiera entro en la conversación para que no me vea "en línea" y vuelvo a dejar el móvil bajo la almohada. Me tumbo boca arriba, con un brazo sobre mis ojos y la otra mano aferrada a mis propios pelos.

Aún no son ni las nueve.


Me acabé quedando dormido de nuevo y esta vez me despierto solo, ni siquiera el sol me puede molestar gracias a las persianas bajadas. Miro el móvil de nuevo, comprobando que no hay nuevos mensajes ni llamadas por parte de nadie. Toda levantarse y hacer algo, o la habitación acabará por comerme vivo.

— Ya era hora, ¿no? —mi madre parece que esté esperando que ponga un pie fuera de mi cuarto para disparar.

— Es lo que tiene acostarse tarde estudiando, mamá —miento.

Ella me mira sin saber si creerme o no pero acaba haciéndolo, y sin saber por qué, no me siento mal. Tengo demasiado interiorizadas las mentiras que me salen con casi más facilidad que la verdad.

Me encamino a la cocina a por un cola cao, dejándola a ella en el salón con uno de esos programas basura que tanto odio pero que siempre termino viendo; por ella, y a escondidas, claro.

— Necesito que vayas a comprar unas cosas, Halt —otro tiro nada más pisar el salón de vuelta.

— Vale, voy a cambiarme entonces.

— Pero no tiene que ser ahora mismo, puedes ir después por la tarde.

— No, prefiero ir ya y así ya está hecho. Además, esta tarde tengo que ir a clase —otra mentira. Aunque esta, en este momento, no lo es.

Me voy bebiendo mi desayuno mientras me cambio y recojo un poco la habitación, dejando algunos libros encima del escritorio a conciencia para hacer más veraz mi coartada sobre la hora a la que he amanecido.
Tras unos minutos, bastante cortos, y un cola cao bien frío, estoy listo para hacer la maldita compra.

Tengo que ir a la frutería, a la carnicería y a la panadería.
El camino no es largo pero ya llevo demasiado despierto sin decirle nada, aunque ella no lo sepa, claro. Si lo supiese, estaría incluso bloqueado de sus contactos.

Abro su conversación y compruebo que no hace ni media hora que estuvo conectada pero es obvio que no iba a decirme nada a mí. Y tampoco puedo decirle yo nada, porque anoche dejó bien claro que no quería ni siquiera verme.

Buenos días... llego despierto desde las 12:37 pero mi madre ha estado diciéndome que tenía que ir a la compra y no he tenido tiempo de coger el móvil. Ahora estoy de camino a la frutería.. cómo estás tú?

Me guardo el teléfono en el bolsillo pero lo mantengo agarrado con la mano por si vibra, notarlo. No lo hace en ningún momento.



— No había tomates de los que me has dicho pero la mujer me ha dado estos. Dice que están saliendo bueno y que todo el mundo se los está llevando.

— No, tranquilo, están bien. ¿Has comprado las habas?

— Sí, tienen que estar por alguna parte... a ver dónde las he puesto... —busco por todas las bolsas mientras hablo — aquí están.

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⏰ Última actualización: Mar 29, 2016 ⏰

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