0.2

15 4 2
                                    


—Estás trabajando mucho—. Notó mamá con un deje de decepción.

Suspiré con resignación sin querer hablar del tema de nuevo. No quería que ella indagara en el pasado en busca de recuerdos tormentosos para mi. Ella me llevaría a la corriente del arrepentimiento, y hace años que decidí pasar de ellos y reinvindicar el pasado haciendo algo por la gente que necesitaba una ayuda legal. Se lo debía a el.

—Deberías salir más.

—Mamá...

—¡Yo sólo quiero lo mejor para ti, Adri!

—Madre, tengo mucho trabajo pendiente por revisar. Lo siento mucho. Dejemos el tema para después.

Me levanté del acolchonado asiento y mis piernas temblaron un poco. No por frío, sino por los recuerdos que amenzaban con volver. El problema era que yo no quería.

—No puedes huir todo el tiempo, Adri—, me recordó y enfermé por la verdad de sus palabras.

—Lo sé, pero si puedo frenarlo, ten por seguro que lo haré.

Arrastré mis pies con pesadumbre hasta la cima de las escaleras. Mi cuerpo se sentía cansado, sin embargo, me alenté a leer los papeles de mi defensor. Llegando a la puerta de mi habitación, giré el pomo y le puse pestillo al entrar. Me sentía, por alguna razón estúpida, más segura con él puesto. Pensé que de esa forma estaba segura de mi misma, de mi mente traicionera y de mis propios demonios.


STRYD Donde viven las historias. Descúbrelo ahora