Cuatro

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Capítulo 4.

Bill siguió hurgando entre el montón de basura, pasando por fotos, botellas, cajas de cigarros vacíos y ropa sucia, tratando todavía de encontrar las llaves de su auto por ningún lado.

—Maldición—Murmuro cuando se le cayó un libro en el pie.

Se agachó para recogerlo y lo observó por unos momentos. Era el libro que Dipper había escrito. Sonrió un poco y lo abrió para llegar a la parte de la dedicatoria.

Para Bill, que fue mi apoyo desde el inicio.

Oh, en aquel momento aquellas palabras le sabían a mentira y a nostalgia.

Se sentó en el suelo a descansar un momento, la cabeza le daba muchas vueltas y tenía ganas de vomitar.

—¿Quién lo diría?–Comenzó a hablar consigo mismo– Al final todos tenían razón Dipper. Ni tú ni yo servíamos como pareja. Yo fui un completo imbécil al igual que tú. Pero entre los dos... la culpa fue tuya por preferir a los demás antes que a tu pareja.

You're so fucking special
I wish I was special

But I'm a creep
I'm a weirdo

What the hell am I doing here?
I don't belong here

Se recostó lentamente en el piso y cerró los ojos un momento sintiendo las lágrimas fluir. Como por arte de magia, cuando estiró los brazos encontró las llaves. Las tomó y se levantó para dirigirse al baño. Debía arreglarse si quiera un poco para ir a comprar licor y que no pensaran que era cualquier borracho.

Soltó un suspiro antes de mirarse al espejo.

Su cabello rubio estaba alborotado, tenía sombras bajo sus párpados, su piel lucía pálida y se sentía tanto física como emocionalmente... de la mierda.

Quizá Dipper tenía razón. Con su partida, ya no quedaba nada del gran y genial Bill Cipher que solía ser. Su querido Pinetree se había llevado todo.

Whatever makes you happy

Salió del baño para dirigirse a la puerta y salir del departamento en busca de su auto. Caminó por la banqueta dando leves pasos en falso, casi todo daba vueltas. Presionó el botón de las llaves para quitarle en seguro y entró cerrando la puerta de un azote. Encendió el motor y comenzó a manejar.

A lo largo de tu vida, siempre te dan un mensaje tanto en las carreteras como en la escuela.

No manejes en estado de ebriedad.

Pero en esos momentos a Bill todo le daba igual, sólo importaba llegar al super más cercano a comprar alcohol y poder ahogarse en su miseria lo más pronto posible. Tampoco le importó marearse a medio camino y mucho menos pasarse varios semáforos en rojo. Poco a poco comenzó a pisar más el acelerador de su auto, sin poder distinguir de qué lado del pavimento iba.

»Al final no nacimos para estar juntos como dijo Mabel, Pinetree.« pensó »Sólo fuimos un momento en la vida del otro. Tal vez un mísero instante. Ni tú ni yo teníamos muchas cosas en común. Yo era un completo idiota con un fracaso de vida y tú eras alguien del que todo mundo esperaba grandes cosas. Sin embargo, nos amábamos. Tal vez de los tantos errores en nuestra relación fue que jamás admití lo mucho que te amaba. El tuyo Marty, fue enamorarte de mí desde el inicio.«

Un par de luces amarillas parpadeando lo hicieron volver a la realidad, antes de que todo se volviera negro.

(...)

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