Recuerdos.

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Mi nombre es Clary Parks.
Tengo 28 años.
Nací en el Distrito de North Vancouver.
Estoy en... ¿una habitación de hospital?.

Las luces me cegaban, escuchaba sonidos lejanos que poco a poco fueron acercándose hasta convertirse en un ruido sordo que golpeaba mis oídos constantemente. Mis ojos se enfocaron de golpe en un hombre con un objeto brillante entre los labios. Un silbato. Probablemente el causante del sonido que amenazaba con destrozarme los tímpanos. Quería hablarle, decirle que parase, pero tenía algo tapándome la boca.

¿Qué estoy haciendo en un hospital?
¿Cómo he llegado hasta aquí? ¿Quién es el adolescente de la camilla contigua? ¿Alec?

Quería gritar, los latigazos llegaban con un sonido amenazador, seguido del crujido de la carne abriéndose. No aguantaba más, el dolor era insoportable. Olía a podrido, probablemente era yo y mis heridas abiertas causadas por el látigo en llamas. Las lenguas de fuego hacía crepitar mi piel acompañadas de un dolor agudo y punzante allí donde tocasen.

¿Enferma? ¿Centro de Ayuda de las Víctimas de la Desigualdad? ¿Qué es todo esto? ¿Rescate? ¿Tortura?

Ya viene, quiere verme muerta, pero no quiere matarme. Todo mi cuerpo dolía a causa de los golpes. Seguramente tenía varios huesos rotos y multitud de contusiones. Estaba atada en una cama, las manos al cabecero. No quiero esto, cada vez que entra en mí siento dolor y rabia. La mordaza me impedía hablar. Cada vez dolía más. Ya está, se acabó. Menos mal. No me desatará, pero se irá durante un rato. Dormiré, aunque me despierte con el silbato que hace sangrar mis oídos. Dormiré, aunque me despierte a golpes.

¿Maltratada por mi marido? ¿Rescatada por la policía? ¿Estado deplorable? Los recuerdos cada vez son más vívidos. Al despertar noto cómo laten mis cicatrices. Necesito olvidar. Dadme suero B-278. Necesito que se acaben, que se vayan.

-¿Quieres que tu hijo siga viviendo? No me respondas, me das asco.- Cuando dijo eso me escupió en la cara. Yo estaba llorando.-¿Quieres llorar con motivo?- Yo sacudí la cabeza al mismo tiempo que él me daba una bofetada. Pasados unos segundos comencé a notar el sabor ya conocido de la sangre. De pronto sonó el teléfono y se fue, dejándome sola. Escuché su voz al otro lado de la puerta entre murmullos secos. Al cabo de unos minutos volvió.-Muy bien, perra, hoy es tu día de suerte, vamos, sal.- Me llevó hacia un ascensor y subimos. No sé durante cuanto tiempo estuvimos allí dentro, pero me parecieron años. Llegamos a un garaje, me subió al maletero y me amenazó con matarme a mí y a mi hijo si llegaba abrir la boca. Nada más salir paramos y escuché las voces de varios hombres. Unos cuantos disparos y una luz cegadora delante de mi cara. No me atreví ni siquiera a moverme. Unos dedos fríos me tocaron el cuello, y al ver que estaba viva, me sacaron. Fui al hospital con aquellos agentes de policía y allí, en urgencias, vi a mi hijo, lleno de sangre y tierra, inconsciente. Fui hacia él y le susurré "Te quiero Alec". Después al ver mi estado me pusieron varias escayolas y puntos. Estuve durante varias semanas en aquella cárcel con olor a desinfectante. Empezaron a darme un suero para olvidar, para sedarme cuando los recuerdos eran muy fuertes. Cuando me daban esos ataques, un doctor me explicó que debía decir las cosas de las que estaba totalmente segura. Creo que el B-278 activa la parte del cerebro relacionada con el miedo, bloquea recuerdos, pero en el subconsciente siguen ahí, esperando a que los efectos pasen y poder colarse en tu mente, destrozándolo todo a su paso.

Alec... el adolescente de la cama contigua... es ¿mi hijo? ¿Por qué no me acuerdo de mi propio hijo? Se supone que el suero bloquea recuerdos, no los elimina.

Ahora me dirijo al baño, es muy de noche y me las tengo que apañar para andar sin tropezarme y sin hacer ruido. Delante de mí hay un gran espejo. Hay reflejada una persona que me analiza. Nariz aguda, ojos grandes y pestañas largas. Unas cuantas pecas repartidas por la nariz. Frente prominente y unos labios carnosos y resecos. La mujer del espejo frunce el ceño, no le gusta lo que ve. Aún hay varias contusiones que no se han curado del todo. Las observa críticamente, como si fueran defectos. A lo mejor lo eran. A lo mejor yo soy un gran defecto de la sociedad. Volví a la camilla con estos pensamientos en mente y me acabé sumiendo en un profundo sueño.

A la mañana siguiente, una enfermera se encontró un cadáver en la habitación 53, en la camilla más próxima a la ventana, a las 09:49 del Lunes 7 de Febrero. La mujer tuvo una parada cardíaca mientras dormía, por lo que no sintió dolor alguno.

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⏰ Última actualización: Jan 10, 2017 ⏰

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