Con el tiempo...

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10 años habían pasado desde aquella noche en el bosque.

Años de terapias para ayudar a calmar su vida.

Pero Miles estaba ahí, junto con su ahora esposo Jeremy Blaire.

Había sido difícil tratar con este último durante los primeros meses de su tratamiento.

Pero Jeremy se había disculpado con él, y le había demostrado su arrepentimiento.

Jurándole sobre la tumba de Andrew que ahora cuidaría de Miles y de Waylon.

Lisa había tenido a su bebe, Mike Waylon.

Un hermoso niño de cabellos castaños y ojos claros, y una personalidad tranquila y cariñosa, sobre todo con su tío Miles, a quien quería como un padre, para enojo de la pareja de Lisa.

Waylon era muy feliz ahora, pero sabía que parte de lo que paso aquella noche había dejado una marca dentro de él.

Y aquel anillo que Waylon aun atesoraba, era la muestra más grande de ello.

No había hablado con nadie de que aún lo tenía, solo con su terapeuta, pero este le hizo entender sus verdaderos sentimientos.

Que todo lo horrible de aquella noche en el lago, y después en el bosque, no había cambiado.

Pero como decirle todo aquello a Eddie.

Él estaba en un psiquiátrico en cuidados constantes.

Habían descubierto de los serios abusos que su padre había sometido al pequeño Eddie, hasta los 11 años cuando en una pelea lo había empujado por las escaleras terminando su vida.

La madre de Eddie lo había abandonado entonces, sin perdonarle el asesinato de su esposo.

Miles le había apoyado en seguir el caso de Eddie, y el día del juicio el atestiguo en parte a su favor.

Aunque no pudo ocultar el hecho de que había intentado secuestrarlo y que lo había golpeado.

Pero los meses anteriores su vida había sido tranquila y amorosa.

Los psicólogos pensaron en un inicio que había sufrido de síndrome de Estocolmo.

El mismo Waylon lo pensó así durante un tiempo, y se sometió al tratamiento que le recomendaron.

Pero ni todas esas terapias, ni los 10 años pasados habían cambiado nada.

El seguía enamorado de su amor cibernético.

Ese que le decía buenos días cada mañana, y que con una sola carta le hacía sentir especial y único.

Aquel amor que había detenido los golpes de Jeremy y las burlas de Andrew.

Ese hombre con quien se había casado en aquella sastrería.

El que se había llevado su virginidad con aquellas enormes manos y aquel cálido aliento.

Oh...como extrañaba aquella voz diciéndole Darling te amo.

Y podía jurar que a veces aun lo escuchaba y lo sentía acariciándolo durante en la noche, mientras dormía.

****

Miles por su parte estaban tristes por su amigo.

Hacia un mes se había casado con Jeremy, pero vio el rostro triste de Waylon observándolo con aquella sonrisa mientras intercambiaba votos.

Sabía que debía hacer algo.

Aunque no sabía que hacer...

Pero eso no significaba que su pareja no pudiera hacerlo.

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