Me senté en la banca de danza, en las afueras del instituto.
El frío se notaba más helado y resaltador que nunca, y un año en la gran manzana es algo importante como para no sentir este clima. Normalmente el clima frío era mucho más conocido que el cálido; al revés de lo que estaba acostumbrada a mi anterior país en América latina, totalmente caliente en verano, y algo pero no tanto, en invierno. Pero aquí no… y debía admitir que me gustaba, pero a la vez extrañaba mi vida anterior… por más aburrida, monótona y complicada en ocasiones que resultó ser.
Ahora todo había cambiado. En un año todo sucedió ante la anormalidad de nuestras vidas, hablando de mi mamá y yo.
Miré el reloj de mi muñeca impaciente, rogando que Justin llegara en cualquier momento. Había dicho que vendría a buscarme, como todos los viernes y hasta ahora… lo había cumplido, pero con alguna que otra tardanza de minutos después, que fueron perdonados en varias ocasiones; él sufría con el ataque masivo de fans por doquier, y paparazzis mentirosos e irrespetuosos que se metían en su vida constantemente. Y eso mismo… había pasado el día en que llegué por primera vez a Nueva York. Aunque me había enojado tontamente, él se las manipuló obligando, –no literalmente–, a que lo perdone… y débilmente, lo hice. No podía resistirme.
Supe que su brillante auto se acercaba hasta kilómetros atrás. El simple sonido fuerte de las cubiertas rechinando sobre el asfalto, y los tantos gritos detrás de él, lo delataban. Lo típico. Y lo típico fue confirmado luego que uno de sus autos costosos, –que tanto los odiaba–, se encontró frente a mí. Me paré de la banca rápidamente, antes de que los paparazzis me rodearan como siempre lo hacían, y una vez dentro de su Ferrari, sonreí.
–Hola niño. –Lo saludé y me acerqué para besar su mejilla como siempre. Él rió y me mostró su hermosa y brillante sonrisa.
–Hola Darling. –Dijo en respuesta como saludo, sin quitar su sonrisa. Darling era el sobrenombre de su parte por mí… y el mío, resultaba ser ‘niño’, siempre… sí, poco romántico de mi parte para un ‘cariño’ como es el suyo. Reí y miré la carretera.
–Vamos, antes de que… ya sabes.
–Claro.
No nos podíamos mostrar como de verdad éramos. Solíamos conversar siempre de tonterías, pero misteriosamente, frente a las cámaras resultábamos ser fríos entre nosotros mismos y por más de que reaccionaba como si no me daba cuenta, estaba enterada de todo… y él igual.
Y sin esperar nada… el vehículo empezó a andar, luego de que me haya puesto el cinturón de seguridad sobre mi pecho.
–¿Sucede algo, Darl? –diminutivo de Darling, era Darl. Lo miré apoyando mi cabeza en el apoyacabezas del auto. Negué con la cabeza, mientras sonreía sin mostrar los dientes. –Estás algo callada.
–Es solo que… estoy cansada. –respondí. Él sonrió mirando la carretera.
–Yo también. –Admitió – ¿Algo bueno sucedió hoy? –preguntó.
–Nop… pero el lunes tengo un examen de Geografía y todavía no estudié nada. –dije y suspiré seguidamente.
–Diles que eres la mejor amiga de Justin Bieber. –bromeó como siempre.
Ambos odiábamos que yo sea conocida por ‘mejor amiga’ del gran y fabuloso cantante Justin Bieber. Pero era inevitable.
Reí entre dientes, y él también. Seguí mirando como conducía, luciendo despreocupado y tranquilo.
–¿Y tú, bobo? –amaba utilizar los insultos en español, en vez de inglés. Él todavía no sabía manejarlos totalmente, y por momentos… se confundía con cualquier palabra. El otro día le dije ‘zorro’, algo como mujeriego, y él lo tomó como ‘hermoso’, diciendo: “Soy zorro, lo sé”; y yo… bueno, estallé en risas y le dije lo que significaba; mentira, nunca lo haré. Él es mi zorro y punto.
