Capítulo 4

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Recostada sobre mi cama, llevo hora y media sin moverme ni pronunciar palabra, simplemente "escuchando" el parloteo de Hayley diciendo lo buena que había resultado esta noche.

—Niña, ¿me estás escuchando?—mi visión regresa a los ojos grises de Hayley.

—Tengo un nombre, creo que sí lo recordabas, ¿no?— Bufa haciéndome saber que no le importa.

—Em, ya lo sé—Resopla y sonríe de una forma pequeña— Era bastante atractivo, tenía dinero así que me dejó una muy buena propina...

—¿Lo suficiente para pagarle a Lark?

Me fulmina con la mirada un par de segundos, no la veo, pero siento su mirada. Deja caer sus hombros dándose por vencida ante mis palabras, suelta un suspiro, que parece más un sollozo y se sienta en la orilla de mi cama. Me apoyo con los codos para poder verla: tiene el rostro entre sus manos. No creo que esté llorando, pero pronto lo hará.

—Ya no sé que hacer—. Suelta un fuerte sollozo—. Mi padre se ha negado a ayudarme, con lo que gano en ambos turnos no obtengo ni una décima parte de la cuota con Lark... y-yo me quiero morir, ¡qué estúpida fui!

De nuevo se deja absorber por los problemas y se tira en un profundo llanto que es realmente complicado de parar. La observo, ladeo la cabeza para intentar tomar más detalles de su rostro acongojado.
Con respecto al sentimiento humano y por un poco de empatía, se supone que yo debería de estarle consolando. Claro, se supone. No es algo que yo anhele en estos momentos, así que, como las veces anteriores, me limito a observar.
El silencio entre lamentaciones de Hayley es interrumpido:

—Sé que te pedí que entraras a las calles para obtener más dinero, realmente lo siento, Em, pero necesito que me ayudes con Newt.

Aquello me sobresalta, corrijo mi postura sentándome en la cama, tratando de no decir alguna de las groserías que ella acostumbra mencionar.

—Hayley, ¿tú estás loca?—. Me mira atenta, los ojos se le empiezan a aguar y trata de enjugárselos con la manga de su jersey beige—. Ya he hecho bastante por ti. Está bien, tu me diste asilo, me diste alimento por casi dos meses y me estás ayudando a reconstruir mi vida, pero...
Freno de repente el torrente de palabras, aunque Hayley no para sus lágrimas, me doy cuenta de lo malagradecida que soy. Ella me ha dado todo por siete semanas, ¿y yo qué hago por ella?

—Disculpa, Hayley, lo único que quise decir, es que no puedo trabajar tanto, mantenerme demasiado tiempo en la calle puede ser peligroso para mí y mucho menos tratándose de ese tipo, no me puedo arriesgar a que me encuentren ni tampoco debiste meterte con alguien así—. Asiente tranquilamente sollozando de forma queda, limpia el rastro de humedad en sus mejillas y trata de sonreírme, aunque su rostro sea un asco después de haber llorado por algún tiempo, pero eso no le resta belleza a su cara.
Ella se retira y se dirige a su habitación cerrando la puerta tras de sí. Faltan algunos minutos para las 4:00 a.m. a pesar de que aún tengo mil opiniones sobre el día de hoy, logro conciliar el sueño con facilidad.

[...]

—¡Hayley!

—Aguarda, aún no encuentro las llaves...

Comienzo a trastabillar en el marco de la puerta de madera.

—Primera vez, en dos semanas, que no te tengo que esperar ¿y me presionas tanto?

—¡Qué ridiculez!, ¿ya viste la hora? No llegaremos en 4 minutos—. Digo, viendo el reloj en la pared del salón.

Llegamos agitadas, con 7 minutos de retraso. Damon niega con la cabeza desaprobando nuestra impuntualidad, es el gerente de la cafetería, le sonrío de forma tímida agachando la cabeza. El enojo se esfuma de su rostro. Paso por su lado, me toma del antebrazo y me mira, con ese rostro impasible que siempre posee.

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