III

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Hoy tendría que ir a una casa de música a comprarme un nuevo arco de repuesto para el violín, el cual estaba a punto de romperse. Digamos que soy algo torpe y suele caerse seguido.

Salí con dificultad de mi cama. El día se prestaba para dormir todo el día, estaba lluvioso y nublado. Sin embargó logré levantarme. Eran cerca de las 10 de la mañana y mis padres estaban en el trabajo, por lo que no desayuné.

Me dirigí al baño para prepararme y cuando estaba lista salí por la puerta principal de la casa. Pero volví a entrar para coger un paraguas.

Hacía demasiado frío, pero mientras más caminaba más caluroso se encontraba mi cuerpo.

Llegué a la tienda y pregunté por lo que quería comprar. El empleado me guió a la seccion adecuada, ya que el lugar era tan grande que podrías perdete.

- ¿Compras un arco pero no un violín? -. Me preguntó mientras yo los miraba y me decidía.

- Ya tengo violín.

- Entonces, ¿Has roto el arco?

- No del todo, un poco -. Reí.

- ¿Y tocas bien?

- Pues...se podría decir, me falta práctica pero puedo defenderme.

- Me encantaría escucharte alguna vez.

- Ultimamente me lo dicen mucho.

- ¿Cómo quién?

Dejé de mirar los arcos para mirarlo a él. No paraba de mirarme.

- Un amigo.

— Pues, no creo que sea muy amigo.

Tosí sabiendo a qué se refería su indirecta.

— Creo que me llevaré ese de ahí —. Señalé.

— Vale —. Tomó el que le había pedido. — Sígueme por aquí.

Lo seguí camino a la caja para pagar pero se dió vuelta para verme.

— Mi turno está por acabarse, ¿Quieres ir a tomar algo?

Lo dudé un poco, me sonrió y terminé aceptando.

Pagué y me acompañó fuera del local hasta un café. Menos mal que no había tomado nada en casa.

Nos encontrabamos sentados uno enfrente del otro en un segundo piso con vista a la calle y la lluvia, porporcionada por un ventanal que ocupaba toda la pared. No recomendado para personas com vértigo.

— Mi nombre es Roger.

— El mío es Melisa.

— ¿Y cuántos años tienes?

En eso llegó el mesero y nos preguntó sobre nuestra orden.

— Yo un café amargo —. Respondí.

— Igual que ella con una magdalena.

— En seguida se los traigo —. Dijo mientras escribía lo que habíamos pedido.

— ¿Café amargo? —. Preguntó Roger. Respondí con un suspiro y una sonrisa. — Entonces, ¿Cuántos años tienes?

— Veintiún años, ¿y tú?

— Pues pareces menor, estoy a punto de cumplir 18.

Murmuré un "Mhm" en forma de burla por el hecho que él haya querido recalcar que estaba a punto de cumplir 18.

— ¿Qué tiene de malo? — Se defendió.

— ¿He dicho algo?

— No, pero te has burlado de mi edad con ese "mhm". — me imitó.

— Para nada —. Dije sarcásticamente.

— Vale, vale.

Trajeron la orden y me ofrecí a pagar.

— No Mel, yo pago, no te preocupes, yo fui el que te invitó.

Discutir sería y se vería estúpido así que dejé que él pagara.

— ¿Sabes? Cuándo hoy me desperté no pensaba que iba a tener una cita con alguien tan linda.

— Qué cursi. Gracias. Tu también eres guapo.

— Oye, me voy a poner rojo.

Luego de esa "cita" caminamos un poco por la ciudad y cuando estaba por oscurecer se ofreció a acompañarme a casa. Con la tontería se había hecho de noche. Pasé todo el día con un extraño y lo había difrutado.

— Aquí es —. Le dije a Roger desde la acera de mi casa.

— Ha sido un placer —. Me entregó su móvil. — Si te agendas no me quejo.

Sonreí y me agregué a su lista de contactos. Se lo devolví, lo saludé y entré a mi casa.

Ha sido un dia hermoso.

Music, Boys & Binging (2da temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora