IV

67 11 1
                                    

Cuando creía que el infierno estaba en mi casa, el mismísimo Satán había llegado a joderme.

— Has estado todo el día fuera, ¿Has comido?

— Si — respondí a mi madre que estaba tomando un café con galletas.

Me dí la vuelta para ir a mi cuarto.

— Ven aquí

—¿Qué pasa?

— Tómate un café con galletas.

— Ya he comido.

— Anda, no hay por qué mentir.

Su comentario me pareció de lo más estúpido así que comencé a caminar a mi habitación.

— ¡Melisa! Ven.

— ¿Qué?

Tuvimos una discusión y terminé comiendo lo que me había pedido que coma, a pesar de ya haber comido con Roger.

Sin nada que decir me levanté de la mesa y ahora de forma exitosa fuí a mi cuarto.

Me sentía muy mal, pesada y culpable. Me daban ganas de llorar. Después de pensarlo cien veces me encerré en el baño a vomitar. Fue una de las cosas más placenteras que había probado en mucho tiempo.

Me miré al espejo y ya no estaba hinchada o llena. Lo mejor era que mis padres creían que había comido pero yo sabía que no era así. Me encantaba ésta sensación de livianez, había olvidado cómo se sentía.

A la mañana siguiente mis padres ya no estaban, se habían ido a trabajar y quedé yo sola en casa. Puse música fuerte y comencé a hacer ejercicio, abdominales, pilates, lo que sea.

Pasaron los días, yo seguía vomitando sin que mis padres lo notaran y Roger seguía sin dar señales de vida, hasta que recibí un mensaje.

《Mel, qué te parece si paso por ti a las 4 y pasamos un rato juntos en mi casa?》

《Me parece bien》

Music, Boys & Binging (2da temporada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora