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28 de marzo. 7:31

–¡Ana! ¡Venga qué ya es tarde!

Gritando a las siete y media de la mañana de un lunes. Mi hermana es alucinante.

–Cállate y déjame dormir, pelma... –Murmullo girándome sobre mí misma para desviar mi mirada de la puerta.

–¡Venga! ¡Qué después te quejas de que llegas tarde!

–Que me da igual... Que le den al de inglés... –Protesto al momento que noto como poco a poco me va quitando la almohada, a la que me aferro con todas mis fuerzas.

–¡Suelta! –Ríe a carcajadas. Y no es mucho el tiempo que tarda en pegármelas.

No sé de dónde saca tanta fuerza, que hace que acabe tirada en el suelo con los ojos todavía cerrados.

Me tiende la mano, y me levanto, no sin ganas de volver a mi cama.

–Voy calentando la leche... –Dice con una sonrisa de victoria.

***

Lunes, 28 de marzo. 8:48

–Me estoy helando, tía. –Me quejo camino al instituto.

–Hace una semana veníamos con una sudadera finita y hoy con abrigo, ag.

Diez minutos andando que con calor se llevan bien, es más, hasta nos gusta, pero lloviendo o helándonos de frío, es horrible.

Ya casi estamos llegando, y pasamos en frente del IES Claret de Madrid.
Están todos charlando en la puerta, o en el patio, hasta que toque el timbre que marque el comienzo de un nuevo lunes.

Y allí está él.

Jorge. El chaval que me había seguido en Instagram hace un par de días. Aquel que ya me tengo fijado más de una vez. Aquel tan guapo. Aquel que está tan bueno.

Está apoyado en el amplio portal de la entrada riéndose con unos amigos.

Cruzamos el paso de cebra, y vamos a tener que pasar justo por delante.
A escasos metros, continuó mirándolo, ya un poco más descarado.

Pero cuando ya estamos casi pasando por delante de ellos, me devuelve la mirada acompañada de una sonrisa inesperada que en seguida se me contagia.

Continúo con mi vista clavada en él, y ya cuando estoy a su altura, me guiña el ojo creando en
mí una pequeña carcajada que casi ni se escucha.

–¿Qué te traes tú con ese pavo? –Pregunta Tatiana consultando su móvil cuando nos alejamos lo suficiente como para estar seguras de que no nos escuchan.

–¿Yo? ¿Qué me voy a traer? Nada tía.

–Sólo había que verte cuando pasamos... –Suelta una pequeña risa.

–Que va, en serio, nada, el otro día me siguió en Instagram y ahora pasamos y supongo que se acordaría o yo que mierda sé tía.

Me suelta una pequeña carcajada. Le encanta picarme y yo lo odio.

Acabamos el pequeño cacho que nos quedaba hasta llegar y nos metemos por la puerta del centro.
Y aún ni entré en clase y ya estoy deseando salir. Odio 1º de bachillerato.

***

28 de marzo. 13:33

–Ey, ey tía. –Escucho en susurros detrás de mí.

Me giro en mi silla sin llamar mucho la atención de la profesora de filosofía, para encontrarme a Leyre con un papel en la mano derecha, que en seguida me da.

«¿Eres consciente de que esta semana vemos a los gemelos?»

Sonrío sin pensármelo ni un segundo. La sonrisa más grande que podría sacar. La más sincera.

«Llevo una semana sin dormir tía, sólo hace falta ver mis ojeras. -5...»

Doblo el pequeño folio y extiendo mi mano hacia atrás para encontrarme en seguida con la mano de mi amiga.

Escucho como desenvuelve el papel y coge su boli para volver a escribir en él.

«¿Quedamos al salir de clase?»

Hoy es lunes y toca clase por la tarde, con lo cual no suelen poner deberes, y esta semana la suerte esta de mi lado y no tengo que estudiar nada.

«Sólo si vamos a comernos un gofre a la cafetería de la calle Colón» no

Repito el movimiento de antes, y de nuevo no tarda mucho en volver la pequeña hoja de libreta a mis manos.

«Perfeccccccto»

***

28 de marzo. 18:09

Recordad que en este tipo de problemas, tenéis que hallar primero la 'x' con la nueva fórmula que hemos dado, sino...

Tres, dos, uno...

El timbre dando lugar a un lunes por fin acabado suena en todo el instituto.

Todo la clase se revoluciona y ya se ve a gente levantada de su mesa y al profesor de matemáticas con la palabra en la boca.

Por fin. Juro que no aguantaba ni un minuto más escuchando a este hombre.

–Que hambre de un buen gofre. –Dice mi amiga con una gran sonrisa en el momento en el que me giro para verla.

Ambas salimos del aula para encontrarnos con una gran masa de adolescentes intentando salir por fin del Instituto.

A escasos metros consigo diferenciar una gran melena castaña.

–¡Tatiana! ¡Tatiana! –Elevo la voz intentando captar la atención de mi hermana. –¡¡Tatiana!!

Se gira bruscamente y me sonríe nada más verme.
Como puede, se mete entre la gente para conseguir llegar a mi lado.

–No voy para casa, voy con Ley a tomar algo.

–¿Me vas a hacer ir andando sola, guarra? –Pregunta fingiendo estar ofendida.

–¡¡¡Ven con nosotras tía!!! –Grita en seguida mi amiga.

Miro interrogante a mi hermana, a la que le bastan dos segundos para confirmar la propuesta.

Al salir, subimos la pequeña cuesta que hay hasta la dicha cafetería y nos sentamos en una de la meses de la terraza. Rápidamente llega el camarero con una gran simpatía como de costumbre y nos apunta lo vamos a tomar.

–Bueno chicas, al final, ¿el viernes os venís conmigo a Kapi? –Pregunta Tati sacando su iPhone del bolsillo, de la cazadora de cuero negra que solemos compartir.

–Ay tía, por mí sí. –Asiente convencida Leyre. –Porque total, el sábado, los gemelos ya están aquí en Madrid, llegarán en furgoneta para las Platinium y comerán en su casa, no hay posibilidades de perseguirlos, no tenemos por qué levantarnos temprano. –Nos echamos a reír en el momento en el que nos traen las cosas.

–Ya, bueno, ahí tienes razón. –Comento. –Después te quedas a dormir en nuestra casa y a la hora que nos levantamos nos duchamos con calma, que las Plats no empiezan hasta las cinco y media.

–Perfeccccccto. –Aplaude mi hermana. –Un brindis... Un brindis para que la semana se pase rápida y llegué prontito el viernes.

–Y que se pase lento el sábado... Muy lento... –Musito entre dientes con un largo suspiro.

Tan nuestro. [Gemeliers]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora