Mi ultimo suspiro

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-¿Oye niño, tienes un euro pal metro?- pregunto un hombre de raza gitana alto y muy delgado con voz ronca, como de fumador.

-N-No tengo- respondí asustado mientras miraba a los lados para buscar una salida.

-Venga primo que solo quiero un euro- dijo cada vez mas y mas enfadado- no me hagas que te lo quite a la fuerza eh- cada vez se le hinchaba mas la vena de la frente y los ojos se le abrían mas.

-Que no tengo joder.- le dije cabreado mientras pensaba que había sido una muy mala idea responder de una forma tan borde a alguien que no tenia problema en pegarme seguramente.

-Tu niño, no te me pongas chulito k te rajo- me amenazo mientras me agarraba del brazo- conmigo no te me...- le corte dándole un golpetazo en la boca del estomago con mi paraguas mientras me giraba para salir corriendo.

-A donde te crees k te vas niñato de mierda- apareció otro hombre muy parecido al anterior, estaba a mi espalda y no me había dado cuenta antes, que idiota soy.- ¿Cuántos años tienes?

-Ca-catorce...- sabia que esto no iba acabar bien para nada.

-Déjamelo a mi, cof cof- dijo al otro ladrón mientras tosía- a este lo rajo yo- saco la navaja, yo estaba atemorizado, mi corazón iba a salírseme del pecho, y de repente noto la fría navaja entrando en el lado izquierdo de mi torso, caí al suelo.

Era un dolor insoportable y en unos segundos ceso, empezaba a ver borroso pero aun diferenciaba dos machas corriendo cuesta abajo, eran esos dos macarras y perdonadme por la grosería, hijos de puta. Desde un balcón había una señora mirando la escena, tenia un teléfono en la mano, espero que fuese para llamar a una ambulancia y no a una de sus amigas y contarles lo que acababa de pasar enfrente de su casa con dos desgraciados y un pobre chaval. Notaba como la vida se me escapaba por la profunda herida del arma blanca que aun seguía incrustada en mi pulmón rozando mi órgano mas importante, mi corazón.

Los minutos pasaban y la gente miraba desde puntos lejanos, pero nadie se atrevía a ayudarme, no les culpo, yo tampoco lo haría, si muero ellos serian los responsables legales de ello. Llego la ambulancia y se creo un barullo enrome, yo sabia que de esta no iba a salir, ya no era capaz de articular palabra ni de mover ningún musculo de mi cuerpo, tan solo mi corazón y en breves momentos iba a dejar de latir, catorce años latiendo para acabar con una prematura muerte.

Me colocaron en una fría camilla, casi tan fría como el escalofrió que me recorría todo el cuerpo helando todos y cada unos de mis huesos y calando en lo mas profundo de mi alma, notaba el traqueteo de las ruedas chocando contra el desnivel de la acera y la asfaltada carretera y al subirme a la ambulancia, en ella había una blanca luz quizá como la que habría al final del túnel, pronto lo sabría. me conectaron una maquina con la que medir mis pulsaciones, esa que tiene un sonido tan sonado en películas y series, ese pi-pi-pi. Oía a los médicos que estaban allí dentro gritar, cosas como, 10 gramos de morfina, pero lo que ellos no sabían es que yo ya no sentía dolor, pero tampoco era capaz de mostrarlo, uno de ellos me levanto la cabeza para ponerme un respirador artificial mientras otro me colocaba un catéter en el brazo derecho.

Note que el automóvil se frenaba, ¿habríamos llegad ya al hospital?. Resulto que si, asique me bajaron a toda velocidad y me llevaron dentro corriendo a mas no poder hasta un largo pasillo blanco que acababa en una enorme sala verde llena de focos que daban una luz cálida y amarilla. Uno me aparto el catéter y me puso la anestesia, mis ojos se cerraron pero yo no me dormí, estaría presente durante toda la operación.

El medico comenzó y a romper algunas de las costillas para colocarme algo a lo que llamaron sonda pleural o algo así, y echarme un químico para la cicatrización de la herida, también cosieron parte de mi corazón que había sido dañado en el ataque. Toda la operación duro unas 2 horas y justo cuando íbamos a salir me dio un infarto de miocardio, uno de los médicos cogió el desfibrilador mientras gritaba que me pusiesen 10ml de Adrenalina, notaba las convulsiones que mi cuerpo producía y las que además creaba el aparato aquel, dos minutos mas tarde todo volvió a la normalidad, quizá después de todo sobreviva.

Me llevaron a una sala en la que se encontraban mis padres, mi abuelo paterno y mi pequeña hermana, yo aun seguía dormido pero sabia que eran ellos por el característico olor a Brummel de mi anciano abuelo , por el fuerte llanto de mi querida hermana, por la grave voz de mi padre intentando tranquilizarla y por la suave caricia que me hizo mi madre en la que se notaba el anillo que la regale por su cumpleaños hace un mes y que aun no se lo había quitado para nada, esperaba poder abrir los ojos y hablar con ellos y decirles que todo se iba a arreglar, pero aun una parte de mis adentros me decía que eso jamás iba a pasar, entonces entro el medico y dijo que me habían inducido un coma para evitar peligros mayores, pero que por desgracia era imposible controlar cuando despertaría.

De esto hace ya dos meses, y aquí sigo yo solo con mi mente, consciente de todo, junto a mi madre que desde que paso esto aun no se a separado de mi mas que para usar el baño y a veces me visita mi hermana con mi abuelo, ya que ahora viven juntos con mi padre, que se pasa el día trabajando para poder pagar mi estancia aquí. Mientras mi madre hace ganchillo noto que algo va mal, una de las maquinas comienza a pitar y mi madre alterada sale despedida como una bala al pasillo gritando: "¡un medico por favor!". Mi cuerpo empieza a temblar y moverse sin control, oigo entrar a gente en la sala y una voz femenina le pide a mi madre que abandone la habitación, cierran la puerta y comienza a intubarme con todo tipo de cosas pero yo noto que es inútil. Me golpean con el desfibrilador pero mi corazón ya ha dado su ultima pulsación, ya se a rendido y yo con el, nunca he creído en la religión, no espero a San Pedro ante una gran puerta en el reino de los cielos, ni a cientos de vírgenes como dicen los musulmanes, tampoco creo que me vaya a rencarnar en nada, tan solo una gran oscuridad a la que me acompañara la huesuda muerte o parca como a mi me gustaba llamarla, uno de las enfermeras sale a darle la noticia de mi defunción a mi desconsolada madre que entra llorando para darme el ultimo adiós, que sepas que mama, has sido la mejor persona que ha habido y habrá en este mundo, que desde que me diste la vida has estado protegiéndome como mi ángel de la guarda, y también me gustaría decirle a mi padre que mil gracias por sacar a la familia adelante en los momentos mas difíciles, por todas esas tardes jugando a futbol en el patio de casa, mi amada hermana que mi muerte no sea un problema para ti, aun tienes 4 años, te queda mucha vida por delante y siempre estaré a tu lado, en tu corazón, y por ultimo mi abuelo, gracias por los caprichos que me comprabas, que aun sabiendo que no tenias demasiado dinero no te importaba gastarlo siempre y cuando me vieses sonreír, muchísimas gracias a todos por haber hecho de mi corta estancia aquí la mejor posible.

Historias de una tardeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora