Un hombre vestido con una oscura armadura de cuero y capucha que le cubre la mayor parte de la cara intenta colarse en la enorme y amurallada fortaleza de la Reina Lucy. Es un lugar oscuro, sus paredes son negras como la noche y la luz de la luna no lo ilumina lo suficiente como para distinguir la pared de la sombra.
El siniestro hombre consigue pasar la primera de las murallas. Solo queda una más. Era indetectable y sigiloso como las ratas que correteaban a su paso.
Disfrutaba a cada paso que daba, sentía que el fin estaba cerca. Lo que tanto había buscado y ansiado estaba a tan solo unos muros de él. Pero era complicado. Debía cruzar toda la ciudadela sin ser descubierto, atravesar la próxima muralla y por ultimo infiltrarse en el castillo. Esta muralla era perfecta y sin ninguna fallo. La única entrada esta guardada por varios hombres de la guardia. Ellos estaban armados hasta los dientes. Tan armados que se te hacía imposible diferenciar su cara. Eran como sombras en la oscuridad. Si ellos segasen a verle seria su fin y el fin de su misión. Alzo la cabeza buscando un milagro divino que consiguiese hacerle pasar aquella barrera. Y por fortuna una cuerda anudada colgaba de lo alto de la muralla. Era perfecta para poder trepar por ella.
Por ahora todo iba de maravilla. Pero el sentía que todo iba a cambiar en muy poco tiempo. Para llegar al castillo debía cruzar la ciudadela y esta estaba rodeada de más guardias. Tenía que evitarlos a toda costa. ¿Pero cómo?
Ante sus ojos apareció otro milagro. Un agujero en el suelo. Este llevaba hasta el alcantarillado. Este era su día de suerte y todo empezaba a salir bien. Era como si alguien estuviese ayudándole. El único problema era el apestoso hedor que emanaba aquel lugar. Pero nada se interpondría entre él y su presa.
Tras salir de las alcantarillas apareció en el lugar que tanto había ansiado. El castillo. En el se hospedaba la Reina Lucy. Solo tenía que llegar hasta el gran salón en el que ella se encontraba. Pero seguro que esa puerta estaba protegida por varios guardias que le harían la visita imposible. Pero este no era el momento de preguntarse como entrar, sino de como llegar allí.
Por los pasillos no había nadie. Una gruesa capa de polvo cubría todos los muebles del lugar y la pintura estaba desgastada. Todo esto se le hacía raro. ¿Por qué una mujer tan importante iba a tenerlo todo tan descuidado? Daba la sensación de que por allí no había pasado nadie jamás.
Al girar la esquina se encontraba la puerta del salón. Sentía que estaba cerca y a la vez muy lejos. Puso sus manos en el borde de la pared, asomo la cabeza y vio que en la puerta no había nadie. Estaba desprotegida. El corazón le iba a mil por hora. Se acercó a la puerta. Estaba ansioso. Abrió la puerta rápidamente y miro hacia adelante. Allí estaba ella devolviéndole la mirada. Al encapuchado hombre se le erizaron los bellos y sin pensarlo dos veces lanzo el cuchillo en su dirección. Dio exactamente donde él quería. Acabando así con la sombra que atormentaba a la reina.
Por fin acabo todo. Acabo con el miedo de ella y la volvió a mirar. Veía como a ella se le caía una lágrima por la mejilla. Era la primera vez que lloraba de alegría. Él se destapo la cara y corrió hacia donde ella. La mujer hizo lo mismo. Y por fin ambos lograron su mayor tesoro. Un abrazo.
La luna se fue y el sol salió. Por primera vez la luz iluminaba las calles de la fortaleza. Los soldados desaparecieron junto al miedo, haciendo que así la paz reine por primera vez en sus corazones.
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Historias de una tarde
RandomEn este apartado subire de vez en cuando algunos relatos cortos (en esas tardes de aburrimiento). No sera nada continuo, por ultimo, que disfruteis con mis peuqeñas historias.