1946
La ciudad de Nueva York desprendía una sensación de euforia. Una sensación... de poder. El mundo era mío. El mundo sería mío si tuviera algo importante para escribir un reportaje, algo fuera de lo habitual. Pero en estos tiempos... Hasta el más poderoso sufre altibajos.
- Cariño, ha llegado esta carta para ti. No sé de quién es, pero parece importante.
- Gracias, Susan.
La carta no era muy grande, pero tenía una decoración del estilo art decó. Últimamente estaba muy de moda. En la solapa de esta había un corto mensaje: "Ni dioses, ni reyes: sólo el hombre."
Abrí la carta, el contenido era corto.
"Este 5 de noviembre se inaugura la nueva ciudad para un hombre triunfador. ¿Esta cansado de los prejuicios, de la incultura, de la injusticia, de que otra persona se lleve todo el mérito de su trabajo? Venga a Rapture, la cuidad de las oportunidades. Donde el artista es un artista, el científico es un científico. Donde el hombre es libre y no está frente a las ataduras del gobierno. Donde un hombre normal y corriente puede ser un triunfador. Rapture abre las puertas para ti.
¡Rapture también puede ser tu ciudad!"
Unas coordenadas se hallaban al pie de la carta: "63° 2' Norte, 29° 55' Oeste".
Te esperamos el 5 de noviembre en el Puerto de Nueva York a las 05:00AM.Pero qué locura. ¿Una nueva ciudad? Vaya tontería. Deje la carta en uno de los cajones de la mesa de mi despacho y me dirigí a la oficina.
Tenía una cita con el jefe. Y más me vale no tardar. No quiero verle más cascarrabias de lo que ya está.
- ¡Glenn! ¿Dónde está el inútil de Glenn?
- Estoy aquí señor. - el director de la cadena era el típico hombre obeso, sentado en su cómoda silla, con un puro en la mano y los tirantes de los pantalones apunto de salir disparados.
- ¿Dónde está mi reportaje?
- Verá, señor. Últimamente no he encontrado nada que merezca la pena, y pues, yo...
- ¡Yo, nada! ¡Te dije que quería un reportaje y no tengo nada! Estamos en el principio, Glenn.
- Señor, le prometo que pronto tendré su reportaje...
- Déjate de promesas y tráeme algo que merezca la pena. O si no, te mando de patitas a la calle. ¿Le ha quedado claro?
- Como el agua, señor.
- Lárguese.
- Sí, señor.
Estoy harto de ese viejo gordo. Va a terminar con mi vida.
- Eh, Chris. Chris. ¡Glenn! Joder, ¿estás sordo?
- Lo siento, David. Estaba dándole vueltas a la cabeza.
- Ya veo, amigo. Los muchachos y yo vamos a tomar unas copas al bar de Robb, ¿te apuntas?
- Estamos tardando en salir de aquí.
- Así me gusta.
El bar de Robb era como nuestra segunda casa, hasta el viejo Robb sabía lo que íbamos a tomar.
- ¡Pero mira qué muchachos tam apuestos vienen por aquí! ¿Cómo os va chicos?
- Nos podría ir mejor, Robb. Pero la vida no es fácil. - contestó David por el resto del grupo.
Una vez con las copas servidas y todos sentados, todos fijaron la mirada en mí.
- ¿Y a vosotros qué os pasa?
- ¿A nosotros? Qué te pasa a ti, Chris. Te notamos un poco caído últimamente. - me decía George encendiéndose un cigarrillo.
- Es el reportaje, que no consigo ninguna noticia que merezca la pena.
- Ese cabrón del jefe va a terminar con nosotros. ¡Menos mal que tenemos a Robb! - decía David alzando la copa.
- Oye pues a mi hermano le han llegado rumores sobre una nueva ciudad. Quizá sea de noticia.
- ¿Qué tiene de noticia una nueva ciudad?
- ¿Pero es que no te has enterado? No es una ciudad normal y corriente. Es una ciudad submarina. ¡Es la Atlántida moderna! La ha fundado el magnate, Andrew Ryan.
- George, creo que Robb te ha cargado bien esa copa. ¿Cómo va a existir una ciudad subacuática?
- Chris, tan solo plantéatelo. ¿Qué puedes perder? Inténtalo. Si quieres le pregunto a mi hermano como llegar a ella. Es científico y le llegó una carta ayer.
- Tranquilo, a mí también me ha llegado una carta.
- Pues entonces, ¿por qué seguir perdiendo el tiempo?
- Quizás tengas razón... Total, por intentarlo no pierdo nada...
- ¡Claro que sí, hombre! Y ahora ¡a beber!
La llegada a casa fue... borrosa.
- Susan, cariño. ¿Por qué no vienes a saludar a tu marido?
- Chris, ¿otra vez estás borracho?
- Susan, te amo.
- Deja de decir tonterías y vete a la cama.
- ¿Por qué no jugamos un poquito? - me acerqué a ella y le acaricie la mejilla, evitando que se me notara mucho los tambaleos. A pesar de lo que me decía mi mujer, no podía evitar sonreír al decírselo. Susan y yo no pasábamos por nuestro mejor momento.
- Vamos a la cama.
- No me sueltes nunca.
- No lo haré.
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¡Eve, por favor!
Mistero / ThrillerChristopher Glenn, un reportero normal y corriente. Su vida pende de un hilo. ¿Conseguirá su propósito? Una historia contada desde varios puntos de vista. Rapture, la Atlántida moderna. Abre sus puertas para personas como tú.