Aquel día fatídico de la muerte de su padre llovía como si fuera a ser la última vez.
Luego del funeral, Martina despidió a Julián, el menor de sus hermanos, con un fuerte abrazo mientras le decía al oido:-Te me cuidas, inútil. Ya se fue el primero de mis hombres, no soportaría el del segundo- se apartó de él y le sonrió maternalmente, a la vez que le pasaba la mano por el cabello.
-No te preocupes... Mamá- respondió con una leve sonrisa.
-No digas idioteses, quieres. Sabes que soy mejor que eso- y le devolvió la sonrisa.
Luego, se retiró del lugar sin ver ni hablar con nadie más. Tenía demasiada rabia corriendo por sus venas.
Su padre, Germán, había muerto luego de su segundo ataque cardiobascular. El primero de ellos le había dado hacia nueve años atrás, una tarde de invierno, cuando discutía con Nicolás, el mayor de sus hijos, por haber vuelto a caer ebrio luego de cuatros días desaparecido.
Nicolás tenía 19 años por aquel entonces y ya tenía problemas con la bebida, incluso mucho antes de la muerte de su madre. Pero ella había dejado su vida luchando por él, y ni siquiera se daba cuenta.
El día que Irene, la esposa de Germán y madre de los tres jovenes, murió, Nicolás ni siquiera lo supo. Martina debió encargarse de todo los papeles, de su hermano y su padre. No porque alguien la obligará, sino porque en cualquier otro caso sería Irene quien lo hiciera, pero ella estaba tiesa con una expresión triste y dolorosa en su cara, y en los años en que su enfermedad iba empeorando había delegado todas sus responsabilidades a su desacatada y egoísta hija.
En aquellos años Martina culpó a su hermano de todos los males de su madre y su posterior muerte.
Murió por un tumor. Ella lo había notado hacia tiempo y logró mantenerlo controlado por algunos años, hasta que la angustia, el estrés y el esfuerzo por proteger a sus hijos, en especial a Nicolás, llevó a que aquel tumor desatara un cáncer que la consumió en pocos meses. Martina tenía sólo 15 años.El primer ACV de Germán le paralizó un brazo completamente y le dejó una de sus piernas lisiada. Pero, ya sea por costumbre o por mantener su mente ocupada, siguió trabajando, en la construcción, durante el resto de su vida y no volvió a ser el mismo desde el día en que su esposa había decidido dejarlo solo en ese mundo.
El segundo ACV no lo resistió. Su cuerpo estaba devastado por la tristeza.
Nicolás aún vivía con su padre, no trabajaba hacía meses, luego que lo despidieran de varias compañías, y mantenía una vida bastante viciosa. Germán no pudo seguir viviendo con todo aquello, y aquella mañana de junio no logró despegarse de la cama. Cuando Martina lo encontró llevaba dos días de fallecido, pero cómo Nicolás no había aparecido por la casa más que ha dormir, no lo había notado. Tras varias llamadas sin respuesta se preocupó y viajó hasta lo de su padre y allí lo encontró.Martina olvido todo aquello tras el velorio. Volvió a su apartamento del centro de la ciudad, tomó una ducha, se envolvió en su bata, encendió un cigarro y lloró desconsoladamente por horas, hasta quedar dormida.
Escuchó sonar el teléfono entre sueños. Finalmente despertó.-¿Si?- dijo a la vez que abria un ojo para ver el reloj. Las 3:30 am.
- Soy yo- contesto una voz al otro lado. Enseguida lo reconoció. Nicolás.
- ¿Qué quieres? Dinero no tengo.
- ¡Puedes una vez en tu vida no insultarme!- contestó ofuscado- No todo pasa por ti.- Martina se incorporó de un salto.
- ¿¡Qué no todo pasa por mi!? ¿¡Qué no todo pasa por mi, dices!?- todos sus músculos se tensionaron- ¿Sabés los años qué llevo luchando por esperar qué alguien me note en esta familia? Pero todo siempre fue por ti. Mamá trabajo por ti. Papá lucho por ti. Incluso Julián lloró por ti. Y tú te limitaste a vivir por ti sin darte cuenta de nada de lo qué sucedía a tu alrededor.
- ¡Si nunca pudiste vivir no me eches la culpa a mí!
- Claro qué no pude vivir, sí debí hacerme cargo de cada desastre qué causabas.
- ¡Es lo qué siempre me reprochas! Yo jamás te obligue a nada.
- No, no lo hiciste, pero sí mamá. Ella moría en una cama y lo único qué le interesaba era saber dónde y cómo estabas. Y yo debía salir a buscarte para qué vinieras a verla aunque sea sólo un minuto. Y te sacaba del calabozo cuando te desaparecías por días y tenía qué ver a papá llorar preocupado por ti.- sintió el nudo en su garganta y los ojos le comenzaron a arder hasta qué no pudo contener más las lágrimas.- Vivieron por ti y ni siquiera se lo agradeciste.
- Siempre te creíste una santa, Martina, "la perfecta Marti". Déjame decirte algo hermanita, no eres para nada perfecta.- y colgó.
Martina lloró otro rato más hasta que se recompuso y bajo por un vaso de agua. Encendió la tele, fumó y finalmente decidió volver a la cama.
Todavía llovia.
De vuelta el teléfono. Julián.- Hola cariño, ¿Cómo estas?- trato de decir con vos de dormida.
- No podrás engañarme, Marti. Sé que no duermes. Recién me llamó Nico, furioso porque lo insultaste.
- No, no, no. Jamás lo insulte. Sólo le dije la verdad. Y además no quiero escucharlo nombrar. ¿Para que llamas? ¿Estas bien? ¿O es para defenderlo a él cómo solía hacerlo mamá?
- ¡Vamos, Marti! Conmigo no.- reprochó dolido por las palabras de su hermana.- Sabés que quiero lo mejor para ambos, y me preocupo por ustedes por igual, no trastes de herirme, nunca te voy a dejar. Eres mi hermana consentida.- dijo con voz de bobo.- Quiero a mis hermanos unidos, son todo lo que me quedan.
- ¡No digas idioteses! Lo tienes todo. Un trabajo importante, un coche lujoso, una gran casa y una esposa hermosa quien te ha dado la mayor felicidad y por supuesto me ha hecho tía.
- Pero papá y mamá no lo disfrutaron.- se hizo un breve silencio de ambos lados.- Y sí ustedes dos siguen así creo que tendré que poner custodia policial en cada cumpleaños del pequeño.- rieron.
- No seas tonto. No me ensuciaría las manos jamás por tan poco cosa.
- ¡Afloja, Marti! Vas a enfermar de tanta rabia.
- No sería la primera.
- A mamá no le gustaría escucharte decir tantas boberías, y menos a papá.- Nuevamente el nudo en la garganta.
- A mamá no le importaría.
- Claro que sí. Ella te amaba. Pero debía hacerte fuerte para lo que nos esperaba. Tu eras la pequeña, y sí no lo hacía habrías marchado con ella. Entonces yo no lo hubiera soportado.- Martina no pudo contener una lágrima más.
- ¿Que sería mi vida sin ti, Juli?- dijo entre sollozos.
- La misma, sólo que sin sobrino.- ambos rieron.- No llores, tonta. Eres demasiado bonita para que estés triste.
- Extraño a papá.
- Yo también.- se hizo el silencio.- Mañana pasaré por ti e iremos al lago.
- Ok. Mañana te espero. Te quiero, idiota.
- Yo no, tonta.- rieron y colgaron.
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Después de la muerte.
General FictionCuando sientes que ya nada puede golpearte más , el destino se encarga de mostrarte que a él aún le quedan cartas en la manga.