⊹ 30

46 3 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Esa misma noche, después de cenar, salí a dar una vuelta. No tenía un motivo en concreto la verdad, solamente me apetecía estar un momento a solas, solo yo y mi cabeza, maquinando cosas, produciendo cosas y sobretodo, pensando cosas.

¿Es que acaso no podía pasar un día en esta cuidad para que mi cerebro no trabajara tanto? Bueno, la respuesta era que no y por consequencia de, me encontraba yo dando vueltas por Seúl como una extranjera que se había perdido.

Tenía demasiados problemas en mente en ese momento, el principal, bueno, no es muy difícil de adivinar, Jimin. Luego también estaba una espina que no me podía sacar, Minerva y, para finalizar, el concurso.

Pero ya no solo eran los problemas internos o de la zona, porque los que habíamos dejado en España, nos perseguían como cazadores a nuestro acecho, esperando la oportunidad perfecta para atacar. Y así había sido.

No tenían otro mejor momento para llegar, claro que no. Precisamente hoy, precisamente mientras comíamos.

¿De qué estaba hablando? Bueno, era una larga historia.

Todo empezó...

«No, espera, esa frase es demasiado cliché... »

Al anochecer...

«Sí, mejor asi»

Ejem, pues, al anochecer, después de darnos el chapuzón de casi tres horas – vamos que acabé con los dedos más arrugados que los de mi abuela- nos dispusimos a ducharnos y a cenar. Me di una ducha rápida porque la verdad, habían pasado las horas y ya era muy tarde y al día siguiente teníamos que madrugar e rápidamente cuándo todas ya estaban listas, nos dispusimos a hacer la cena. Hasta aquí todo normal, risas por aquí y por allá, algún tropezón torpe por parte de Xia y de la mía, Lith mirando noticias recientes desde el móvil, Lissy con su dulce de leche y bueno, lo típico que hacíamos antes de cenar.

Hasta que Lith recibió una llamada de su madre.

¡Alerta roja, alerta roja!

Cuando la madre de Lith llamaba, no era para desearnos buena suerte ni para dar buenas noticias. Al final y sin ningunas ganas Lith, cabreada, salió al jarín y las demás nos dispusimos a seguir haciendo lo que estábamos haciendo hasta que el sonido del móvil nos quitara la diversión.

Y como todas habíamos predicho, eran malas noticias.

Los padres de Lith, incluyendo a la hermana y a ella si no lográbamos pasar aunque sea a las finales, se mudaban a Londres, porque su padre había encontrado un más rentable en la capital.

Pero si os pensáis que eso había sido todo, que equivocados estábais.

En la cena silenciosa y amargada que estábamos teniendo, Lissy recibió un mensaje de su madre, diciéndole que su abuela estaba ingresada en el hospital y que tenían que operarla cuando antes. ¿El problema? La operación no era gratuita y era una burrada de billetes, billetes que su familia claramente no tenían por la crisis en España.

Otra noticia mala para ese día.

Y después, cuando cada una estaba a su rollo y con sus pensamientos internos –cosa que entendía perfectamente- Xia nos informó que Prime estaba hospitalizada por un accidente de tráfico.

Al parecer todos se habían puesto de acuerdo en amargarnos el bonito día que llevábamos. O era que el destino nos odiaba y yo estaba más con la segunda idea.

Conclusión, cada una se fue por su banda y yo, había estado caminando por las calles como una pardilla durante una hora.

Y encima, a lo tonto, me había perdido de verdad.

«¿Dónde diablos estoy?» Pensé observando detenidamente los edificios que me rodeaban. Pero nada, todas las calles en esta cuidad eran iguales, lugar perfecto por si te querías perder sin dejar rastro. Y yo, como era tan lista, me había olvidado el móvil y la cartera en el apartamento.

Así que estaba perdida y sin recursos principales para avisar.

¿Qué más podía salir mal ese día?

Bueno, no tendría que haberlo dicho, porque justo cuando pregunté esas palabras internamente mirando al cielo, escuché una voz familiar a lo lejos.

Y cuando miré en dirección a la voz, casi se me cae la mandibula al suelo por la impresión que me dio.

Jimin estaba con Minerva, muy acaramelados. 
¡A esa zorra la mato!

Si, el día no podía ir peor, ya no.  

𝖭𝖾𝗏𝖾𝗋 𝖤𝗇𝖽 𝖸𝗈𝗎𝗋 𝖣𝗋𝖾𝖺𝗆𝗌 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora