Prólogo

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Frío y hambre eran lo único que sentía en esta oscura y húmeda cueva. Fuera aún llovía y las gotas golpeaban las paredes de piedra.

"Tengo que salir a comer". Era lo que me decía, pero no podía encontrar la fuerza necesaria para rastrear a un humano. Además, morir de inanición no me importaba, era mejor que morir de otras formas.

Estaba pensando en las diferentes formas de morir cuando, repentinamente, un dolor agudo se instaló en mi vientre e hizo que me doblara hacia delante. No estoy segura de cuánto tiempo pasó, pero, antes de que el dolor mitigara unas arcadas que hacían que mi cuerpo se estremeciera me asolaron, y terminé vomitando mi propia sangre.

Todo se volvió negro.

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Cuando me desperté estaba tumbada en un charco escarlata, rodeada de piel, hueso e intestinos humanos amontonados. Mi boca estaba llena de sangre, carne y vísceras, y el hambre había desaparecido.

En ese momento me di cuenta de que antes de morir de hambre mi mente le cedería el control a mi cuerpo y protagonizaría matanzas sin control.

Desde ese día no me he vuelto a intentar matarme de hambre y sigo un estricto horario de comidas.

Esto sucedió cuando tenía siete años.

Un Demonio Puede Sobrevivir Al Cielo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora