Campo verde

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Vivía frente a un campo color verde, el sol brillaba entre los árboles. Mi madre sacó un hacha y me pidió que la acompañara. Corrí tras ella con emoción pero era muy lenta para sus firmes pasos de adulto. Cuando traté de cruzar la calle para llegar a esa verde planicie, donde ella estaba, me topé de frente con un gigantesco toro. Suspiró al verme y movía su boca para masticar. No grité, ni lloré. Solo lo miraba a los ojos, tan profundos como grandes. "Ven acá. No le tengas miedo", me dijo ella sin siquiera temer por mi salud.

En ese momento el pasar desapercibido mi terror hacía sus gruesos cuernos y a sus patas machacadoras, era imposible. Pero él jamás quiso lastimarme. Sus mirada logro incitarme a confiar en él. Entonces solo así alcancé a mi madre.

Ella cortó unas ramas de árbol, y regresamos a la casa. Juntó todas las ramas en un bote lleno de cemento y simuló un árbol. Después lo decoró con dulces chocolates, esferas y luces. Esa es la primera navidad que recuerdo y ese fue uno de los mejores recuerdos de mi vida.
Desde ese día, amo las planicies verdes, a los animales y a la navidad.

Gröne Lunden Donde viven las historias. Descúbrelo ahora