Capítulo II

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Capítulo II

Narra Camila

-... así qué, ¿dices que cuando tu padre golpeaba a tu madre tu personalidad se volvía un chico? - preguntó la psicóloga Anderson por tercera vez.

-Si, se lo dije la sesión pasada, y la pasada a esa -bufé.

Mis padres habían tenido problemas al empezar su matrimonio, mejor dicho; la razón por la que ambos jóvenes de 18 años se casaban y empezaban una vida juntos era gracias a mi, un bebé en camino.
Los primeros años de mi vida fueron un poco traumatismos en el aspecto de que papá golpeaba a mamá cuando él llegaba ebrio a casa, nunca me puso una mano encima a mi pero, el ver como golpeaba a mamá despertó algo en mi... ¿era impotencia? No lo sé, pero me hacía desear ser un hombre para poder enfrentarlo como en todos esos programas de televisión.

La razón por la que vengo 5 veces al mes con la señorita Anderson es para arreglar mi "problema de identidad" que mis padres no logran entender.

Un día me gusta ser delicada, dar color a mis uñas con un lindo tono color rosado con esmalte... Pero otro simplemente quiero cortar mi largo cabello para darle un estilo más masculino, sustituir el lindo moño de mi cabello por una corbata.

-No veo el problema a que utilices diferentes ropas, Camila. -la señorita Anderson cerró su carpeta y la dejó en su gran escritorio para mirarme de arriba a abajo- estás siendo... Camila, quieres sentirte cómoda.

-Eso es lo que debería explicarle a mis padres -me levanté del sofá, incómoda por su mirada y caminé a la ventana. El olor que desprendía la vela manzana con canela me daba náuseas por lo que nuestras citas siempre duraban al rededor de media hora- Nunca me gustó el aroma de esa cosa. -apunté la vela.

-Cuando tu padre grita o se pone violenta, ¿el niño vuelve? -preguntó ignorando lo que dije.

Levanté los hombros negando- No, no lo sé...

-Después de todo si tenemos un problema aquí.

-Ignoro los problemas de papá, siempre huyo antes de que algo pase, al igual que mamá... -me recosté contra el marco de la ventana- Preferimos no estar en el momento en el que se pone violento, aunque ha dejado el alcohol hace años.

-Su diabetes no ayuda demasiado en su humor. -comentó y yo asentí. Sabía de los constantes cambios de humor de papá gracias a la alta presión que llevaba por su diabetes.

El cronómetro que marcaba nuestra hora de cita diaria comenzó a sonar, el sonido del gong oriental. Sonreí y salí por la puerta gritando un "hasta pronto"

-¡Chancho tardas mucho ahí! -gritó Dinah cuando salí del edificio.

-Creí que tu maniobra "salvemos a Camila de las garras de la señora Anderson" se llevaría a cabo -dije haciendo comillas con los dedos.

-No sabes lo mucho que me costó quitarle las llaves a Alfredo. -entrecerró los ojos mirándome de mala gana.

Alfredo era el compañero de trabajo de Dinah, ambos tenían un pequeño estudio de fotografías donde Dinah trabajaba la mitad del día.

-A la próxima que sea más rápido -le mostré mi lengua. Dinah no se resistió y comenzó a golpearme entre risas.

-¿Quieres ir por una pizza? -dijo Dinah una vez que ambas estábamos en su auto.

-Lo siento, hoy paso. -Dinah metió freno de repente e hizo que mi cuerpo se fuera hacia el frente.

-¡¿Qué te pasa?! -grité asustada llevándome una mano al pecho tratando de regular mi respiración.

-Camila Cabello no quiere pizza... -me miró asombrada.

-¡Pudimos haber muerto! -golpee su hombro.

-¿Te sientes bien, Mila? -preguntó de la misma forma.

-¡Lo estaba hace un momento! -Dinah comenzó a reír.- ¿Podrías dejarme en la biblioteca? Tengo tarea... -dije más calmada.

-Carajo, dímelo ya, -volvió a mirarme asombrada- ¿la señora Anderson te está drogando?

-No, Dinah -negué escandaliza- sabes que debo demostrar a los demás alumnos que mis buenas notas no son por obra de las influencias de mi papá.

-Si Alejandro fuera mi papá...

-Aprovecharía eso. -complete. Dinah siempre decía lo mismo acerca de mi papá, de hecho lo único que le agradecía a papá fue que ayudará a Dinah a entrar a Juilliard.

-Me conoces Chancho -sonrió.

-Lo hago. -sonreí de vuelta. Pronto nos acercamos a la biblioteca cuando recordé- No has dicho nada de mi aspecto hoy.

-De chico siempre eres tierna, Mila. -comentó con desden- de chica eres súper caliente. -reí con su comentario para después dejar un beso en su mejilla. Salí del auto y con la mano me despedí de ella.

Una vez en la biblioteca me di cuenta de los pocos amigos que tenía, en que la mayoría de las personas creían que yo era rara o me sentía privilegiada e inalcanzable por las influencias de papá. Mi círculo de amigos se reducía en Dinah, Troye y Shawn.
Pocas veces me importaba lo que la gente murmuraba sobre mi en los pasillos, en sí, dejó de importarme cuando sustituí esos murmuros por mis canciones favoritas.

Alcé la mirada en busca de una mesa libre donde hacer mi tarea, todo lleno.

Decidí tomar todos los libros que necesitaba para después ir al pasillo más retirado de la entrada de la biblioteca. Me senté en el suelo y comencé con mis deberes.

Muchas gracias por leer y por tener paciencia... He vuelto y prometo no dejar este fic sin terminar.
¡Espero que les guste!
Xoxo

Soy Camz. (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora