Día 5.

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A todos los que me habéis querido en vida y que después de mi muerte lloráis mi ausencia terrenal conservando gratos recuerdos míos. Tan solo les suplico elevéis a Dios Misericordioso vuestras plegarias por la paz de mi alma y la tranquilidad de mis seres queridos que he dejado en la tierra.
Que sus ruegos al Padre Eterno, sean estrellas luminosas que me lleven a descansar en la Gloria Celestial donde espero con la ayuda de Dios verlos un día.
Que Dios os bendiga hoy y siempre.

Sam...

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