Extra

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Mycroft carraspeó al notar que el mesero de aquel café, le miraba por tercera vez en la media hora. Se había negado rotundamente a elegir algo por honor a sus modales, y estaba considerando dejarlo para no parecer tan miserablemente plantado.

La reunión con Lestrade no era algo que lo había planeado. Salió en el momento de una escena de crimen.
Sherlock, al encontrarlo, lo retó con darle un espacio en su agenda al día siguiente, burlándose que tenía tan poca vida que no podía hacer eso.
Obviamente, Mycroft había erguido la cabeza, acomodado el traje y dado una sonrisa ladeada, esas que decían "Es demasiado fácil para mi"

-Gregory- habló al verlo concentrado en unos papeles, en medio de una de sus reuniones semanales -Tomemos ese café mañana.

Lestrade había abierto los ojos desmesuradamente y entre tartamudeos, asintió con un sí.
Mycroft supuso que era a causa de los nervios, pero ahora que llevaba un poco más de cuarenta minutos sentado en una de las mesitas alejadas del café, notó que el detective ya tenía planes que seguro no pudo cancelar.

Se paró elegantemente de la esquina en donde se encontraba, alisó su traje antes de abotonarlo, y le dejó una generosa propina al joven para salvar su dignidad.

Afuera el sol se colaba por todas las avenidas. La gente conversaba de una manera cómoda y alegre, y Mycroft no hizo más que una mueca por no compartir el sentimiento. Era demasiado temprano. Él necesitaba una lluvia torrencial y personas lamentándose para calmar a su Holmes dramático. Necesitaba una escena trágica en donde se sentía identificado. Y fue ahí donde entendió.

Apresuró los pasos en dirección a Baker Street y subió lo más rápido que sus clases de etiqueta le permitía.
La puerta estaba entreabierta y un ligero olor a ingredientes de pastelería se escapa por la rendija inferior.

-Y me dijo que tomara un café hoy día con él- Mycroft reconoció la voz al instante y estuvo tentado de retroceder para no escuchar como se burlaban de él. Pero su dignidad pudo más, y se quedó en el mismo lugar.
-¿Puedes creerlo? Mycroft Holmes me avisó una reunión de un día para otro, ¡Cuando tardó poco más de un mes en aceptar mi invitación!

John sonrió mientras amoldaba la masa y le dio un pequeñito golpecito en el hombro.
-¿Y a qué hora han quedado?
-A las diez. Sé que al ser como Sherlock deducirá que lo he cocinado antes de venir por alguna manchita en la manga de mi chaqueta -John soltó una risita -Pero supongo que será demasiado obvio que quise llevarle algún regalo por la cita.
-¿Es una cita?
-No en toda su regla pero espero que también lo vea así.

Mycroft miró el reloj de oro que llevaba en la muñeca y apretó los dientes cuando marcó las ocho y diez.

-Oh, querido- susurró la señora Hudson desde las escaleras -Sherlock ha salido por si lo buscas. Adentro solo estan John y el inspector Lestrade.

Oyó que los susurros se cortaban abruptamente y temió lo peor.
-Gracias por la información, señora Hudson. Le agradezco haber hecho útil mi viaje.
-Oh, no te preocupes. Sherlock salió a último momento. Te mencionó y algo como que ibas lento. Supuse que te atrasaste en su reunión y ya no te pudo esperar.

Mycroft asintió, sonriendo forzadamente y se despidió bajando las escaleras lo más silencioso posible.

-¿Mycroft?- Y parece que no le sirvió.

Greg estaba con un mandil de color café y las manos manchadas de harina. Sus ojos se veían cansados, por haberse desvelado escribiendo informes, pero tenían aquel brillo que siempre se le formaba al ver al mayor de los Holmes.

El tiempo en el semáforo | MystradeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora