Cap. 3

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Llegó mi primer día de instituto en Madrid, llegué 10 minutos antes de lo normal para hablar con el director de mi nuevo instituto durante 15 días. Me explicó como iba el instituto, mi clase, los profesores, mi horario. Pensé que tantas cosas no se podrían decir en tan solo quince minutos, justo cuando empezaron las clases. El director, Juan Luis, me llevó hasta mi clase, donde poco después me encontraría con muchos compañeros. Antes de entrar me tranquilizó diciéndome que era una clase excelente, la mejor del instituto. Tras tranquilizarme, Luis, abrió la puerta de la clase y me presentó, la profesora de lengua y literatura me pidió que tomara asiento justamente al fondo de la clase, al lado de una niña, María, parecía simpática. Me senté al lado de ella, me ofreció los apuntes de todo lo que habían dado pero yo cordialmente le dije que no era necesario. Me fueron mirando uno a uno de los alumnos de mi clase, no se que me veían, ¿era feo? ¿Tenía algo? Total que yo también fui mirándolos uno a uno y observándoles, hasta que me fijé especialmente en uno. Era un niño que estaba al final de la clase pero en vez de sentado con gente estaba solo, no hablaba, no comentaba. No presté nada de atención a la primera clase ya que me pasé todo el rato mirando sus preciosos ojos azules y su cabello azul, nunca me había sentido atraído por alguien así nunca en mi vida.

Tocó el timbre que anunciaba el recreo, no sabía dónde ir, hasta que vinieron un grupo de niños, como decirlos, "malotes", no me gustó nada su visita, no creía que se pudieran decir tantos insultos en tan pocos segundos, aluciné. Se acercaron un grupo de niñas muy majas, me ofrecieron a estar en su grupo y me lo pasé muy bien junto a ellas, se divertían, disfrutaban... Volvimos a clase después del recreo y no lo vi por ninguna parte, estaba nervioso, inquieta, no sabía si le había pasado algo, si le habían hecho algo tal y como me lo hacían a mi pocos minutos antes. La profesora me echó la bronca más de 2 veces porque no prestaba atención a la clase. Me sentía como sin algo de mí.

Iba andando desde el instituto hasta el hotel donde me hospedaba tranquilamente, escuchando música, pero un suave toque por detrás, hizo que mi tranquilidad se fuera de inmediato, me di la vuelta, era el. Me preguntó que que tal el día, no sabía si sacarle el tema de lo de su falta de la clase de Naturales, pensé que no era una buena idea. Fue una conversación corta, con tensión y sobre todo para mi, intranquila. El camino que me quedaba hasta el hotel seguí pensando en el. Me encantaba, en ese momento, me quedé inmovilizado justamente en el sitio que estaba y pensé, ¿me encanta?, cómo podría decir eso de un tío. La escusa que utilicé para auto-engañarme fue que estaba falto de sueño. Todo el día pensando en él, toda la noche, no había momento que no dejara de pensar en él, ni cuando hablaba con mi novia por videoconferencia. 

Le conté a mi madre que tal me había ido mi primer día y sin querer se me escapó lo del niño ese, ¿cómo se llamaba? No lo sabía, no sabía ni su nombre, solo sabía que me encantaba, que necesitaba hablar con él, necesitaba verle, hablar con él, pero eso no podía suceder hasta la mañana siguiente

Un heterosexual muy homosexualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora