Cassius se ha levantado de la cama. Las sábanas que antes lo rodeaban están tiradas en el suelo. La luz de la luna perfila su cuerpo desnudo, apoyado en el marco de uno de los tres ventanales. Observa la ciudad, en silencio; sus ojos la recorren con nerviosismo, pensando en dónde se habrá metido ella. Las lágrimas vuelven a aflorar en sus pupilas enrojecidas. Tiene un agujero en el pecho, no hay corazón. Se lo han arrancado de cuajo.
Nadie puede hacerse a la idea del vacío que siente. Está roto. Y, ahora que lo sabe todo, se ve a sí mismo en el espejo como un juguete que no vale para nada. Utilizado y desechado. Recordar es sufrir.
Le viene a la cabeza los besos que se dieron, la imagen de su despedida. Ella mirándolo desde fuera de la cama, esa misma noche, soltando una especie de perdón, lo siento, dios sabe qué. Cassius no la escuchó. Simplemente, se dio cuenta que se partía en dos. Crack.
Su mundo gira en torno al de esa chica. Él lo sabe. Ella también.
Se lleva un dedo a la marca que ha provocado en su pecho la que se ha llevado su corazón, su ser, su todo.
Aún parece que su propia piel huele a la suya.
Qué obsesión.
Qué angustia.
Qué dolor.
Cassius golpea el cristal varias veces con la mano cerrada en un puño. Apoya la cabeza en el ventanal y sigue y sigue. Grita porque es lo único que puede hacer. La ha perdido. Se fue. Se marchó. No volverá, probablemente. Se imagina su cara surcada por el placer por culpa de otro cuerpo que no es el suyo. Imagina ese cuello mordisqueado por otros níveos dientes, y esa piel explorada por otros dedos.
No puede resistirlo.
Sabe que no es su culpa.
Zorra.
Pero la quiere.
Aunque lo destroce, aunque lo estampe contra el suelo y lo haga trizas,
la quiere.

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Instantes
RomanceNo quería convertirme en uno más. Así que aparte de hacerte el amor te hice poesía. Instantes no es una historia de amor imposible. No es alegre, no es esperanzadora. Instantes son momentos retenidos con cientos, miles de cadenas, en la memoria. So...