Prólogo

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Ella caminaba por las playas de Sicilia, indecisa sobre su futuro.

Sabía que su matrimonio, arreglado, no iba a terminar bien.

Nunca se había llevado bien con su marido. Cuando sus padres la habían obligado a casarse ella les había dicho que no estaban en el siglo XVIII y que a pesar de que él era su actual pareja, no tenía intenciones de casarse con él.

El italiano era uno de los empresarios más ricos de su país y ellos tenían problemas financieros. Como buena hija, terminó casándose con él a los diecinueve años y a los veinte fue mamá. Su hija era la luz de sus ojos.

Los primeros años de matrimonio habían sido hermosos pero las cosas se habían puesto feas a medida que el tiempo pasaba.

Ese día había discutido con él sobre donde crecería su hija, pues ella quería criarla en su país, Argentina, mientras él quería quedarse en Italia.

Como siempre ella se iba a dar un paseo a la playa, no sin que antes él le diera una "lección". Pero ella, como siempre, había escapado. Paula Valdez no se dejaría doblegar por ningún hombre.

Había cubierto los moretones que él le dejaba en sus brazos, cada vez que quería obligarla a quedarse en la casa, con una camiseta manga larga roja y se había puesto su mejor jean corto. Iba descalza, con sus sandalias en la mano.

Pateaba la arena, pensativa.

¿Qué iba a ser de su hija si se separaba? No podía tener a la niña de Italia a Argentina y de Argentina a Italia. Se la llevaría con ella y que su padre la viese cuando quiera. Después de todo, es de los mejores empresarios de Italia y para eso tiene un jet privado.

Recorrió la playa de punta a punta, hasta que se alejó lo suficiente de su casa. Se subió a una roca con la habilidad de un tigre de bengala y se quedó allí, parada, acompañada solo por la brisa siciliana, que removía sus dorados cabellos de un lado a otro.

Hasta que lo vio.

Creyó haber estado hipnotizada o algo así. El hombre musculoso que la divisaba desde lejos parecía ser una ángel, con el pelo rubio, aún más claro que el de ella, y la piel pálida, rojiza por el sol.

Paula no sabía que estaba por conocer al hombre de su vida.


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