-Llegamos- dijo Herlim- . Este lugar no era como los otros que habíamos visitado.
-París. Capital de Francia.
La ciudad , dentro de sus estrechos límites administrativos, tiene una población de 2.273.305 habitantes (...)- comenzó a decir la máquina.Miré por la ventana.
La ciudad era un montón de restos de casas...
Restos de casas que ya no tenían dueño, ni los tendrían jamás.-Los humanos eran muy extraños-observó.
Construían cosas sin sentido. ¿Ven entre todos los escombros, aquella estructura punteaguda? Le llamaban "La torre Eiffel"¿Y saben para qué les servía esto? Para nada. La tenían por el simple hecho de "embellecer" la ciudad. Una completa pérdida de tiempo, espacio y dinero.Pero fue lo único que no se destruyó totalmente- dijo Marilin desde una esquina.
-¿Y a quién le interesa?- dije.
Herlim me miró sorprendido y dijo:
-Vaya! El novato es muy directo. Tu nombre era...
-Atima. Mucho gusto señor Herlim
-Novato Lamebotas- dijo Marilin en voz baja, no lo suficiente para que no la escuchara.
Marilin era la única que no mostraba ningún interés en esta misión. Era una científica, experta en los humanos. Se rumoreaba que hasta en un momento llegó a quererlos. Que asco.
Mientras recorríamos el lugar con la nave, el comandante comenzó a darnos órdenes.
-Klen: zona 1, Marilin: zona 2.
-Sí, señor- dijeron a coro.
-Usted- me señaló- el nuevo, vaya a zona 3
Hice un gesto de autoseñalamiento a lo que el respondió asintiendo enojado.¿Por qué mi primera misión tenía que ser aquí?
Con mala gana bajé y me dirigí hacia la absurda torre metálica.
Al llegar, comencé a revisar el área. Como lo había presentido, no había nadie. Ni un alma.
-Así que aquí es donde "los enamorados miraban desde arriba"- pensé .
Tierra, más tierra... La torre.
La edificación estaba bastante estable. Pero no quise subir, eran demasiadas escaleras y el ascensor no funcionaba.
Recorrí el área.
Revolví piedras, ladrillos, ramas... pero no encontré nada que llamara mi atención.
-¡Auch!- me tropecé con algo muy duro.
Creí que era una piedra. Pero al mirar hacia abajo, noté que su forma era como la de una... ¡tapa! ¿un pasadizo? Por lo menos algo entretenido.
Bajé. Escombros, gusanos, tierra. Ninguna señal que indicara vida humana.
Decidí subir. Para qué quedarme a observar ese montón de basura.
Mientras caminaba, algo llamó mi atención.
En el piso, tirado y medio abierto, había un cuadernillo.
Era pequeño, estaba húmedo y definitivamente muy sucio. Decidí tomarlo, quizás decía algo sobre la ubicación de algún refugio.
Examiné un buen rato su forma. Cuando estaba a punto de abrirlo, un ruido me interrumpió.
Era la nave.
Inmediatamente, lo guardé en mi bolsillo. No quería que nadie supiera que tenía algo que había pertenecido a la raza que habíamos exterminado.