Capítulo 2

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Hidan aceptó la mano de este extraño, la cual lo ayudó a levantarse del suelo.
Agradecía muchísimo el acto de aquel hombre, pero lo que no sabía es que a partir de ese momento comenzaba a cargar un pecado mortal y la caja de Pandora se comenzaba a abrir. 

Con el pasar del tiempo, Hidan se iba enamorando de él, a pesar de que notó que el hombre en edad humana era mucho mayor que él, sin embargo, la apariencia decía otra cosa

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Con el pasar del tiempo, Hidan se iba enamorando de él, a pesar de que notó que el hombre en edad humana era mucho mayor que él, sin embargo, la apariencia decía otra cosa. El hombre no aparentaba la edad que poseía.
A pesar de eso, los pecados comenzaban a acumularse en un solo lugar.
El primer motivo era que Hidan era un ángel y este hombre era un humano.
El segundo motivo era la edad. En años mortales, Hidan poseía veintidós años y este hombre ya estaba rumbo a sus cincuenta años.
Y por último, uno era casi un ser inmortal y el otro un simple mortal.

En estos momentos Hidan asumía que el destino era bastante cruel, pero él era alguien temerario y lo desafiaría, haría lo imposible. Ir contra el destino.

Tras transcurrir el tiempo, Hidan descubrió que el nombre de este sujeto era Kakuzu y también averiguó mucho más de este hasta llegar al punto de que ambos se declararon amor mutuo. Desde que Hidan conoció a Kakuzu, el calor que sentía en su pecho se hizo presente todos los días que lo veía. Un calor bastante agradable.
A pesar de eso, el pecado más mortal los tenía encerrados a ambos y era el amor entre un humano y un ángel.

Un amor prohibido surgirá,
junto nunca estarán,
humanos y ángeles...
I-M-P-E-R-D-O-N-A-B-L-E

Hidan estaba muy consciente de este pecado hasta que llegó al punto de capacitarlo tanto que renunciaría a sus alas por Kakuzu.

Kakuzu, desde que conoció a Hidan, su vida había dado un giro radical.
Nunca antes vio a alguien tan bello como el ángel, incluso llegaba a preguntarse si esa belleza era tan genuina de esos seres.
Al igual que Hidan, Kakuzu compartía la misma preocupación del pecado que cargaban en ambas espaldas, pero a su diferencia el pecado no pesaba tanto como lo hacía en Hidan.

A los pocos días, Kakuzu notó como las plumas de las alas de Hidan iban cayendo lentamente. Sus hermosas plumas decaían.
Sin embargo, temía también de dar otro paso a la relación. Para un ángel puro, la lujuria es un pecado y es mancharse por completo ante la tentación.


Momentos más tarde, ambos se encontraban frente a frente

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Momentos más tarde, ambos se encontraban frente a frente. Hidan poseía en sus manos una caja: la conocida caja de Pandora, caja que Kakuzu no entendía por qué Hidan la tenía.

—Kakuzu... —llamó Hidan—. Haré un gran sacrificio por ti. Así en otra vida estaremos juntos. —Las palabras del ángel parecían demostrar alegría por la situación, pero en realidad escondían una inmensa tristeza.

—¿Qué harás, Hidan? —interrogó Kakuzu con seriedad a su pareja.

—¿Qué harás, Hidan? —interrogó Kakuzu con seriedad a su pareja

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—Ya verás. —dijo Hidan.

Y sin más que decir, con calma, Hidan dejo la caja en el suelo y procedió a arrodillarse frente a esa, una vez así la abrió con cuidado y sacó el revolver que esta portaba en su interior. Dicha arma poseía tan solo dos balas de plata.

Ante la mirada perpleja de Kakuzu y antes que ese hiciera alguna acción que impidiera la suya, Hidan apunto rápidamente a su propio pecho, justo hacia su corazón y jaló del gatillo.
Una vez que disparó se deshizo completamente en plumas ante la mirada de dolor que poseía el mortal.

Nos veremos pronto... Kakuzu —Se escuchó la voz de Hidan en el aire.

Kakuzu pudo escucharlo.
Sin poder creerlo todavía lo sucedido, por unos momentos el humano se mantuvo totalmente congelado en su lugar hasta que cayó de rodillas al suelo. Observó como esas plumas negras se esparcían en su caída por todo el sitio, y con sus dos manos procedió a agarrar solamente una de ellas.

— Nos volveremos a ver... Hidan.


(...)

Poco a poco el ángel caía hacia el olvido.

—Poco a poco caigo hacia el olvido... —murmuró Hidan.

 —murmuró Hidan

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»Poco a poco... 

»Caeré al olvido

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»Caeré al olvido.

Las alas de un Ángel, peligrando están.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora