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Hace unos momentos soñé que estaba en la sala de registros, pero ahora estaba sin Harry, estaba sola. La habitación estaba igual que como la dejé aquella tarde, llena de los archivadores y uno que otro papel suelto entre ellos, pero el escritorio, era lo único diferente. Detrás de él, estaba sentado aquel hombre del baño, que me había asustado y reconocido como si ya fuéramos amigos; y ahora me miraba igual. Traté de voltearme y correr hacia afuera, mejor de él, pero entonces los muros comenzaban a encogerse, las estanterías a vaciarse y todo comenzó a caer sobre mi. Grité tan fuerte que creo que eso fue lo hizo despertarme y acabar aquí.

Odio a Cameron.

–Toma, bebe esto antes de que no puedas dormir en 10 años. –dice él.

No tenía idea de que Ben trabajará aquí, y está claro que de haberlo sabido jamás habría gritado de verdad y haber despertado al maldito de mi hermano. Solo trae puesto un pantalón de algodón gris, como de gimnasia y un suéter negro.

–Gracias. –respondí aceptando la pequeña píldora y el vaso de plástico con agua.

Se queda delante de mí, sentado en un piso redondo, como esos que se usan para tocar la batería. Se cruza de brazos y comienza a sonreír. Sé que se está burlando por mi estupida lentitud al tomarme la pastilla. Jamás me había gustado, tenía que entenderlo.

–En mi objeción, toda mi vida fui una niña sana, por tanto no estoy acostumbrada a tener que tomar toda esta basura... -digo mientras me tapo la nariz, echo mi cabeza hacia atrás, y lanzo la pequeña píldora a mi garganta. Termino mi ritual , con una mueca horrible, gracias cuerpo.

Ben menea la cabeza y termina por quitarme los elementos médicos, botarlos y volver a su lugar frente a mi. Dios, desearía que no tuviese esa mirada tan penetrante, así podría mirarlo si parara la vista cada 4 segundos. De pronto, su voz golpea mis pensamientos preguntándome algo respecto a mis pesadillas. Tardo en responder.

-La verdad no lo recuerdo bien, siempre sueño cosas relacionadas con la guerra pero como es tan rutinario, no suelo alarmarme tanto como ahora, así que debo de haber soñado algo no relacionado con eso.

-¿Tuviste un encuentro o te pasó algo que te haya dejado pensando? -pregunta y es cuando reacciono. El hombre del baño. Fragmentos de realidad y de la ficción de anoche cruzan por mi mente en segundos y mis pelos se levantan de miedo. ¿Es miedo verdad? ¿Se puede tener miedo de quién no se sabe nada? -¿Estás bien?

Asiento lentamente y Ben frunce el ceño como si hubiese captado aquella mentira tan vaga. De pronto, la puerta del fondo se abre de par en par, esa puerta roja en la que Harry y yo habíamos detenido nuestro paso cuando el me mostraba el lugar. Aquel recuerdo hace que un poco de la amargura que quedó en mi por el suceso reciente, se vaya. Por la puerta aparece él, lo espero con una sonrisa en mi rostro, pero él no levanta el suyo en todo su camino hasta el escritorio.

-Bueno, creo que ha llegado la hora de mi receso. Ahora Harry estará hasta las 8 de la mañana, así que él tomará tu caso, de todas maneras, no suelo dormir de noche, por lo que puedes ir a preguntarme lo que quieras o si necesitas algo solo avísame, ¿está bien? La pildora debería de hacerte efecto dentro de una hora o un poco más, y la jaqueca se irá de paso.

-Muchas gracias. -digo asintiendo mientras el se levanta de su asiento, me da un pequeño apretón en el hombro y deja la habitación lanzándole una bola de papel que saca de su bolsillo a Harry en modo de saludo. Se va de la habitación sin esperar si quiera su respuesta, pero hubiese sido lo mismo. El no respondió.

Me levanto de la camilla, con paso lento, ya que estoy un poco mareada aún. El piso está frío y desconcierta todos mis neuronas que de todas maneras, a estas horas de la madrugada, no suelen trabajar mucho que digamos. Llego hasta el escritorio que está justo en el medio de los dos cubicamos, delimitados por cortinas, con una camilla dentro de ellos. Tomo el respaldo de la silla, y me siento en el acomodando mi cuerpo a el trozo de madera y quedo frente a el. Tiene la cabeza apoyada en las palmas de las manos. No puedo ver su rostro pero sé que tiene los ojos cerrados. Es imposible, o casi inevitable que al estar en esa posición se mantengan abiertos.

In war  (h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora