Capítulo 3

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El Pasado

El día que conocí a Justin Bieber el sol brilló un poco más en mi mundo. Fue durante ese momento insufrible del año en que los finales asoman, y todos los estudiantes estaban empezándose a verse con moretones alrededor de los ojos. Acababa de salir de una sesión de estudio, en la biblioteca, y encontré el cielo asediado por nubes de lluvia. Gimiendo, caminé rápidamente hacia mi dormitorio, maldiciendo por no haber traído una sombrilla. Estaba a medio camino cuando comenzó a lloviznar. Me refugié debajo de un árbol de sauce y fulminé con la mirada sus ramas como si las culpara por la lluvia. Fue ahí cuando se pavoneó como si estuviera borracho de cuán bien lucía.

—¿Por qué estás enojada con el árbol?

Hice una mueca cuando vi quién era. Él se rió y levantó las manos en señal de rendición.

—Sólo es una pregunta rayito de sol, no ataques. Lo miré.

—¿Puedo ayudarte en algo?

Por un momento, me pareció ver una muestra de incertidumbre cruzar su rostro, pero luego se había ido, y me estaba sonriendo de nuevo.

—Estaba interesado en saber por qué este árbol te hizo fruncir el ceño —dijo, repitiendo su pobre línea de apertura.

Ah sí... yo tenía que responder a su pregunta.

Miré el tronco del árbol, que se parecía mucho a una masa trenzada, y me di cuenta de cuán intensamente debo haber estado mirándolo.

—¿Estás tratando de ligar conmigo? —suspiré.

Dejó escapar una especie de estrangulamiento fallido.

—Justin Bieber.

—Lo siento, ¿qué?

—Mi nombre —dijo, ofreciéndome su mano. Justin Bieber era un nombre conocido en la escuela y no tenía intención de unirme a su club de fans. Le estreché la mano con firmeza para asegurarme de que supiera que no estaba hipnotizada por él.

—Sí, estaba tratando de coquetear contigo, hasta que me derribaste, eso es.

Levanté las cejas y forcé una sonrisa. Bueno, tengo que hacer esto rápido. Los atletas tenían una dolorosamente corta capacidad de atención.

—Oye, me encantaría estar alrededor y alimentar tu ego con esta cháchara, pero me tengo que ir.

Me moví pasándolo, aliviada de estar dirigiéndome hacia medio litro de crema de leche y helado en mi nevera. Iba a añadirle salsa de chocolate y hacer un jodido batido de leche.

Su risa me alcanzó mientras me acercaba a la acera. Me puse rígida, pero seguí caminando.

—Si hubieses nacido un animal, serías una llama —exclamó detrás mío.

Eso me detuvo. ¿Estaba este fanfarrón en serio comparándome con un mamífero?

—¿Y eso por qué? —me mantuve de espaldas, pero mis ojos se retorcían.

—Búscalo en Google.

 Lucía tan seguro de sí mismo.

—Te veré por ahí —dijo, metiendo las manos en los bolsillos y se dirigió hacia su grupo.

Puse los ojos en blanco. Con suerte, eso sería nunca. Eché humo hasta llegar a mi dormitorio. Antes de que pudiera tocar el picaporte, la puerta se abrió con fuerza. He aquí mi compañera de cuarto.

—¿Por qué estaba hablando contigo?

Ella era dulce, de ojos brillantes, rubia, y aunque quería odiarla, era terriblemente, una linda cosita.

La Oportunista |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora