I. "Confesión hecha al viento"

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"Confesión hecha al viento"

Fue a inicios de marzo, durante nuestra última semana de secundaria, cuando me di cuenta de mis sentimientos hacia él. El viento soplaba agitando las ramas de los cerezos, haciendo que el aroma de los retoños impregnara todo el ambiente que les rodeaba. Podía recordarlo bien. Los pétalos volaban con el viento, las risas y charlas sin sentido de compañeros a mí alrededor disipándose.

Y ahí estaba, luciendo genial, como siempre. Inexpresivo. Para muchos no era más que un estúpido cuatro ojos arrogante, pero para mí era mi mejor amigo; con el que había compartido tanto.

—Oye, Yamaguchi —me llamó uno de los compañeros de aula distrayéndome de todas las ideas que daban vueltas en mi mente—. Vamos a ir a comprar a la tienda, ¿vienes?

Miré de reojo a Tsukishima, quien parecía absorto en sus pensamientos mientras su mirada se perdía en algo a través de la ventana. Negué con la cabeza con una ligera sonrisa, y enseguida los vi marcharse e incluso alcancé a oír sus quejas porque, en sus palabras yo siempre giraba en torno a Tsukishima Kei.

Y es que, desde lo sucedido con Akiteru, el hermano mayor de Tsukki, en el club de voleibol de la preparatoria, mi mejor amigo se había hecho un experto en eludir a los demás a través de agudos comentarios sarcásticos que para la mayoría resultaban no sólo molestos, sino hirientes. Se le había vuelto una costumbre mirar hacia la ventana y perderse por tiempo indefinido, incluso en algunas clases lo hacía.

—Ya falta poco para que ingresemos a la preparatoria... —musité con inseguridad. Pude verlo asentir en silencio y sin despegar la mirada de lo que sea que veía ahí afuera—. ¿Vas a unirte al club de voleibol de Karasuno?

¡Bingo!, algo lo había hecho volver su mirada hacia mí, arqueando una ceja. ¿Acaso estaba dudándolo?

—Supongo... —fue la respuesta que me dio. Sabía bien que hablar del club de voleibol de Karasuno era un tema delicado, un tema por el que incluso modificó su desempeño en la cancha. Se volvió indiferente, Dolorosamente indiferente.

—Ya veo... —susurré percatándome de la frialdad que mi pregunta había provocado.

—También fuiste aceptado en Karasuno, ¿verdad? —Tono seco y expresión severa.

—Sí, ¿no es genial Tsukki?, estaremos juntos en Karasuno —respondí con rapidez y el mayor entusiasmo del que era capaz, quería animarlo aunque fuera un poco.

Esbozó una ligera sonrisa y volvió a mirar a través de la ventana. No había sido una sonrisa burlona o una que pudiera indicarme que debía dejarlo en paz. Suspiré liberando la tensión que el momento me había generado, y entonces lo escuché:

—Unámonos al club de voleibol cuando estemos en Karasuno... —Fue un tono casi inaudible pero neutral.

—¡Por supuesto! —exclamé emocionado.

Esa tarde volvimos a casa caminando juntos, las despedidas en la escuela se habían tornado insoportables para Tsukki, "palabras huecas", lo escuché musitar con molestia, "gente emocionándose por cualquier cosa". No pude más que suspirar y disimular que no había escuchado.

Llegamos al punto donde i caminos se separaban y se detuvo en seco, lo miré confundido ya que siempre solía alejarse y sólo decir "hasta mañana" sin mirarme.

—Nos vemos Yamaguchi, es bueno que no tengamos despedidas...

Siguió su camino dejándome helado. Había sido su particular forma de decirme que le alegraba que fuéramos a la misma preparatoria. Lo vi perderse a la distancia, estaba por anochecer.

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