CAPÍTULO 1

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-Alice, mi niña. Vamos, ya es tarde, recuerda que hoy tienes que llegar temprano a la escuela- Escuché que mi nana me estaba hablando. También sabía que era hora de despertarme, pero no quiero. Hoy tampoco quiero ir a la escuela.

-Si Nana, ya voy- Le dije a la señora que cuidaba de mi desde que nací.

-Te espero abajo en 15 minutos pequeña.

Cuando escuché que la puerta de mi habitación había sido cerrada, me decidí por levantarme. Me senté en la cama y di un gran suspiro, me puse mis pequeñas pantuflas de Las Chicas Superpoderosas y tomé mi uniforme de una silla. Antes de cambiarme di un pequeño vistazo para ver si no andaba por ahí Thomas - no es que quiera que me vea las bragas de moñitos.

La escuela es horrible, pero por lo menos la faldita gris es linda.
Cuando por fin pude pasar la blusa del uniforme por mi cabeza - la cual estaba peleando por no entrar- abroché la correa de mis zapatos e hice un intento por arreglar mi cabello enredado.

Cuando estuvo más o menos arreglado tomé mi mochila con la cara de Burbuja impresa en ella y bajé las escaleras.

-Buenos días nana, hum, huele muy rico- dije relamiéndome los labios.

-Hola mi niña, ¿quieres jugó de uvas o de naranja? - dijo abriendo el refrigerador.

-¡Uvas! - hablé, casi grité, lo que provocó que Nana soltara una carcajada.

-Alice y su jugo de uvas-. Se dirigió a mi, y me tendió un plato de panqueques y un vaso de ese manjar tan delicioso.

Cuando estaba por terminar mi desayuno me dirigí a mi Nana preguntándole algo que me había tenido pensando este tiempo.

-Nana, ¿cuándo van a volver mis papis de viaje? Los extraño mucho.
Creo que Nana estaba esperando esa pregunta hace mucho tiempo, porque sólo volteó su rostro en mi dirección y me dedicó una de esas sonrisas tan confortables.

-La verdad no sé pequeña, pero ya no deben tardar mucho. Te aseguro que también ellos te extrañan muchísimo. Si yo fuera ellos no podría estar ni un día sin tener a este solecito conmigo - dijo a la vez que le daba un pequeño toquecito a mi nariz con su dedo índice.

***
Llegue al salón, luego de un largo camino de risitas y empujones en el bus.

Había unos pocos alumnos, pero al parecer y gracias al Dios de las caricaturitas nadie notó mi presencia; y si lo hicieron igual no me tomaron mucha importancia. Caminé a mi puesto con los ojos mirando el piso, escondiendo -o tratando- de esconder mi rostro con mechones dispersos de cabello.
Tomy iba quizá unos tres pasos por delante mío, por lo que no noto mi acto de cobardía.

Una vez en mi asiento me puse a pensar en cosas sin importancia, un pensamiento llevó a otro y de pronto recordé que faltaba poco tiempo para mi cumpleaños, mis padres habían prometido llegar a tiempo y traerme un lindo regalo, para mi eso era lo de menos, lo que me importaba es que ellos estuviesen conmigo ese día y no como los años pasados en los que mi nana y las demás personas del servicio eran las que me cantaban las mañanitas mientras soplaba las velas del pastel, sacudi mi cabeza varias veces tratando de auyentar ese pensamiento, temía que si lo deseaba demasiado podía no cumplirse, deje mi cabeza en blanco y me concentre en él bloc que tenia frente a mi.

Comenzé a visualizar en mi mente lo que quería dibujar. Thomas estaba a mi costado tomando uno de mis lápices mientras finjia que eran baquetas de batería, trate de no reír fuerte y así no llamar la atención de los demás, pero cuando a Thomas le cayó un lápiz en la cabeza me fue difícil no reír fuerte ganandome malas miradas de los pocos compañeros presentes.

Realmente estaba intentando que no me afectara, pero es muy dificil aceptar que nadie quiere tenerme como amiga. Es decir, tengo ocho años, quiero salir a jugar con amigos, vestir a nuestras muñecas, ir a fiestas con castillos inflables.

De verdad quiero muchísimo a Thomas, pero un amigo real, de carne y hueso, eso sería genial.

-Tranquila Ali, no les hagas caso -ese fue el intento de Thomas por hacer que ellos dejaran de importarme. En respuesta le di una sonrisa ladeada y un pequeño asentimiento de cabeza.

Thomas es más que mi amigo, es mi compañero de risas y lágrimas, siempre esta ahí apoyandome y dándome ánimos. Realmente no se que haría si el un día desapareciera. Se esfumara. Dejara de existir...

¿Existir? ¿Realmente Thomas llegaría a existir? Tantas veces se burlaron de que a mis 8 años aún tenga un amigo imaginario, pero Thomas era más que eso, como mi nana decía hay cosas que son para siempre y cosas que sólo duran poco; como la niñez.

Mi nana era la única que creía en él.
Ella cree que si alguien invisible a los ojos de los demás me podía querer como Thomas, definitivamente era digno de credibilidad.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2016 ⏰

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