CAPITULO UNO.
¿estás bromeando?
Me encontraba poniéndome un ridículo uniforme para ir a una nueva escuela, digamos que los únicos tres países que sé que van con uniformes a el colegio sería Brasil, Italia y ahora Australia. Esto parece realmente una bendita cárcel, seriamente hablando.
– que hermosa te vez juliet- dijo entre comidas mi padre, sonreí.
– supongo que estaremos acá lo suficiente como para que usar esta ridiculez valga la pena- contesté.
– veremos cómo nos va.
Sabía a lo que él se refería. Busqué un tazón donde poner un poco de leche sabor a vainilla, sacudí rápidamente mi playera al notar que una gota calló sobre ella “demonios” susurré desconforme. Miré mientras tomaba un gran sorbo el reloj de pared “07:40”. Caminé hasta el baño principal, cepillé fuertemente mis dientes haciendo que mi encía comenzara a sangrar, tragué con cierto asco la sangre, besé la mejilla de papá y tomé el auto.
– Joven Santini, ¿al nuevo colegio?- preguntaba Dario, el chofer. Asentí.
– Esto me recuerda a Italia, solo que se habla ingles con uno de los acentos más feos que escuché en mi vida- sonreí.
– pues, deberá de acostumbrarse, solo este año y el próximo se internará a una universidad, su padre está orgulloso- “aquí vamos” pensé- generalmente no muchos hijos/as de mafiosos llegan a la universidad, muchos se internan al negocio del tráfico o de las armas, cuyas usted conoce… oh, claro-suspiró- ¿hará nuevas amistades?
– claro que no- contesté seca.
los próximos 20 minutos fueron de un silencio para nada incomodo, la música de “He Is we” hacia tranquilo el viaje al nuevo colegio, el cual resultó ser como yo me lo esperaba, Horrible.
– Adiós, cuídate…
– Adiós Dario, nos vemos.
Para ser sincera, caminé con mucho pánico hasta el pasillo principal, allí el director me mostraría mi nuevo casillero, sí, un bendito casillero, horrible. ¿No?. Resultó ser un casillero de unos 70 cm por casi otros 90 cm, metí allí algunos de los cuadernos y libretas que llevé en mi pesado libro, busqué con la mirada algún banco, no había.
– Demonios.
– Deberías de no decir esas palabras, las niñas buenas no la dicen.
Una voz poco varonil para mi gusto interrumpió mi pensamiento en voz alta, volteé, a mi lado un muchacho que vestía unos pantalones un poco sucios, la misma playera que yo me encontraba usando, unos cabellos castaños bastante-realmente- despeinados, unos ojos algo lindos, sí, no eran maravillosos pero eran lindos y una sonrisa que realmente me cautivó.
– Soy Ashton, último grado-sonrió.
– Juliet Santini, nueva- sentí como mis mejillas se acaloraban terriblemente.
– y con acento- hizo notar.
– sí.
– ¿Qué grado asistirás?
– Último D- contesté con temor.
– Último C, lastima… -me observo de pies a cabezas, paró en mis muñecas- lindas pulseras- las examinó.
– acá…
La campana del colegio interrumpió mis palabras.
– Te llevaré – caminó rápidamente a unos dos metros más adelante que yo, haciendo que por un momento me sintiera completamente perdida.
– Acá es – Indicó una gran puerta de vidrio – Salón del último D, adiós, Julie.
– Es Juliet –corregí-Adiós.
Tomó el brazo de una muchacha que paso por su lado y se fue caminando a paso rápido unos metros más, el pánico nuevamente se poseía de mi…