XVIII. Acto de amor

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La Reina no supo qué contestar ante eso, estaba completamente en shock por la noticia, sólo pudo abrazarlo. Él correspondió aferrándose a ella y soltando su llanto, su dolor era muy grande en ese momento; ni siquiera se percató de que no había colgado la llamada, la Reina tomó el teléfono y contestó...

–¿Hola?

Killian se sorprendió. –Hola, Su Majestad.

–¿Pirata? –Él lo confirmó. –¿Qué ha ocurrido, por qué el ladrón está tan afectado?

–Bueno... es que... sucede que ya encontramos a su hijo pero... descubrimos que se ahogó en el muelle.

La Reina sintió un frío recorrerle por la médula espinal, ¡cómo era posible eso!, ahora entendía la reacción de Robin y por qué decía que lo había perdido para siempre.

–¿Están en el muelle? –logró preguntar.

–Eh... Rumple, Zelena y Azul se quedaron en el muelle investigando, yo tuve que traer a Emma al hospital porque la impresión le hizo daño por el embarazo.

–Gracias, pirata. –Colgó la llamada.

La Reina miró a Robin sin saber qué decirle, no encontraba las palabras adecuadas para consolarlo, él estaba refugiado entre sus brazos. Verlo así... tan vulnerable le hacía preguntarse si podía ser capaz de burlarse de ella aunque, en ese momento, lo único que deseaba era verlo sonreír como todos los días.

–Robin... no llores de esa forma –consolándolo.

–No puedo evitarlo, perdí a mi hijo, Su Majestad, ¡lo perdí para siempre!

–Lo sé y puedo entender tu dolor pero debes ser fuerte, tenemos que ir a ver al niño Robin, tal vez haya algo que se pueda hacer.

–Por favor no me dé falsas esperanzas, Su Majestad porque...

–Regina –él la miró extrañado –sólo dime Regina y deja la formalidad, por favor. –Su voz era dulce y calma. –No quiero darte falsas esperanzas pero podríamos ver la situación, tal vez logremos encontrar algo, por lo menos intentémoslo.

Robin se sorprendió mucho con la petición del nombre y la intención de ayudarlo pero al final accedió y decidieron salir de la mansión rumbo al muelle donde encontraron una discusión bastante acalorada entre Rumple, Azul y Zelena.

–Ya les dije que no van a tocar a este niño, ¡especialmente tú Rumplestilskin!, no confío en ti ni en tu palabra, no sé qué tengas en mente ahora.

–¡Por Dios, Azul! –Replicó enfadado –no tengo magia, ¿qué podría hacerle al niño?, ya no hay nada peor que le pueda ocurrir, por lo menos, no en mis manos.

–Sé perfectamente que algo estás planeando, ¡algo tienes que ver con todo lo que está ocurriendo!, no me pienso arriesgar.

–¡Vamos, Azul!, lo único que intentamos es ayudar, ¿por qué te pones así?, Rumple se ha portado a la altura. –Defendiéndolo.

–¿Qué sucede aquí? –Intervino la Reina.

Todos se quedaron de piedra y muy nerviosos, no supieron cómo reaccionar y se percataron de un Robin decaído y perdido a unos cuantos pasos de ellos.

–Les hice una pregunta, ¿qué sucede aquí? –Repitió con seriedad.

Azul fue la primera en responder. –Es simple desconfianza, Su Majestad. –Con seriedad.

–¿Dónde está el pequeño? –Preguntó con firmeza.

–¿Tú para qué quieres saber eso? –Le espetó Gold. –Sabes de sobra que no te lo diremos.

Entre las Sombras de la ReinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora