Capítulo 1

11 0 0
                                    


6 de Abril 2008.

Eran las 8.30 de la mañana y salió corriendo del pequeño apartamento en el que estaba viviendo hace ya varios meses desde que llegó a la gran ciudad, estaba en Nueva York por asuntos de trabajo. Le habían ofrecido cambiarse de sede para unirse al equipo de traducción de la revista. Afortunadamente el trabajo había sido de su completo agrado, con mucha lectura,revistas de moda, café cargado y largas horas en la noche rodeada de hojas, marcadores y ojeras marcadas por las pocas horas que lograba dormir de vez en cuando.

Las fechas de entrega de todos los materiales para luego juntarlos y llevarlos a la imprenta eran los más estresantes y atareados, ahí sus ojeras lograban un nivel de oscuridad y concavidad en su rostro, que difícilmente alguien más lograba en la oficina.

Se suponía que debía estar a las 8.45 en la imprenta para avisar sobre unos últimos detalles de los que le habían avisado justo la noche anterior, pero para su mala suerte se había quedado dormida sobre su escritorio la noche anterior y no escuchó la alarma de su celular hasta que sonó por quinta vez. Desde que estaba trabajando para el equipo de traducción solía poner 10 alarmas en su celular para no quedarse dormida, además de su reloj despertador que siempre lo arrojaba lo más lejos posible una vez que despertaba.

Había tomado su celular, las llaves y su mochila llena de las cosas que podía necesitar, su iPad, billetera,audífonos, otro par de llaves, toallas higiénicas, pañuelos desechables, marcadores, reglas, libreta de notas,lápices y un diccionario español- inglés, nunca se sabe cuando puedes encontrarte con una palabra desconocida en el camino, entre otras cosas.

- ¡Taxi!-. Gritó una vez ya en la vereda levantando una mano para hacer señas.

- Muchas gracias-. Dijo ya con un inglés norteamericano casi perfecto si no fuera porque últimamente se había estado esforzando en lograr el acento británico. Al parecer mucha BBC One en su tiempo libre estaba surgiendo efecto en ella.

8.40 y ahora estaba estancada en un enorme embotellamiento a unas 5 cuadras de su destino final. Para su suerte ya sabía donde estaba la imprenta, de no ser así no podría haber ido corriendo aquellas 5 cuadras luego de haber esperado cinco minutos en el taxi.

Entró a la imprenta agotada y con las mejillas enrojecidas a causa de la carrera.

- ¡Señorita Jessie! que sorpresa, ¿que le sucedió, ¿por qué está tan agotada?-. Le preguntó el Sr.John que estaba a cargo de todo en el lugar y con quien llevaba una buena relación gracias a las numerosas veces que había tenido que ir hasta la imprenta por razones similares.

- Hay algunos detalles...-. Dijo Jessie tomando una gran bocanada de aire para llenar sus pulmones.

- Ya me lo esperaba, afortunadamente no han comenzado con la impresión-. Dijo con una sonrisa en su rostro. -Estos problemas no deberían repetirse tan seguido, nosotros no responderemos una vez que el material esté listo.

- Lo sé, lo sé. Mis disculpas Sr.John -. Dijo completamente recuperada pero aún con un toque rosa sobre sus mejillas.

- No es tu culpa, chiquilla-. Dijo con un perfecto español soltando una risita.

El Sr.John era un español de 45 años, alto,corpulento, que aún conservaba el atractivo de un hombre joven lleno de vigor. Había vivido la mayor parte de su vida en EE.UU y toda su familia residía ahí. Su esposa era una mujer amable que ahora que los dos hijos mayores habían comenzado sus vidas lejos de casa, se dedicaba al menor que tenía unos 18 años y a ser una buena jardinera.

Fue con él hasta donde se encontraba toda la acción y se encargaron de actualizar los detalles del manuscrito para que una hora más tarde empezara a ser impresa y al otro día, comercializada.

- Dile a tu jefe que te deje descansar los días que te corresponde-. Comentó mirando a la joven con rostro de preocupación paternal. -Esas ojeras arruinan ese lindo rostro de niña pequeña.

- No creo que me tome en cuenta-. Le dirigió una sonrisa forzada. -Al menos ahora tengo la tarde libre para hacer lo que quiera.

- ¿Te has estado alimentando bien?, te noto más delgada que la última vez-. Guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón. - El ramen no lo es todo en la vida.

- Rió por el último comentario. - Al menos lo es para mi, pero también he agregado otras cosas a mi dieta últimamente, así que no sé preocupe.

- Eso espero, a propósito de comida. Quiero que vengas a cenar esta noche a mi casa si gustas, estará mi esposa y mi hijo.

- ¿ A que hora?
- 8.00 ¿te parece?
- 8.00 será entonces.

John le dio un largo abrazo de despedida a la joven y luego la libero de sus enormes brazos.

- No te olvides, mi esposa odia desperdiciar la comida -. Estiró la mano como si se tratara de un trato.

- 8.00 en punto, no empiecen sin mi-. Sonrió alegremente y le dio la mano antes de desaparecer por la salida de la imprenta.

Una vez afuera de la imprenta bajo la mochila de su hombre para rebuscar dentro de ella.

- ¿Donde estarán?-. Se decía a su misma hasta que finalmente encontró sus audífonos y los conecto a su celular.
El trabajo le daba una buena suma de dinero pero aún no cambiaba su viejo celular que trajo desde su hogar, los iPhone al fin no eran cosa imposible para ella.

El suelo húmedo con algunas pozas de agua le daban ese toque melancólico que tanto le gustaba, ese cielo gris que advertía que se acercaba un aguacero, las personas caminando rápidamente por la vereda, ensimismadas en sus celulares, llamadas telefónicas, todos estaban ocupados ese día menos ella que al fin se había librado de toda obligación.

Se quedó parada frente a una vitrina observando las nuevas prendas de ropa que habían llegado, hasta que se percató de su apariencia. Su rostro reflejaba cansancio, agotamiento y su pelo corto despeinado, aunque podría lucir como un peinado, ya que era tan liso que si otros lo vieran ni sospecharían que salió apurada de su casa sin siquiera lavarse la cara.

Sacó su celular del bolsillo del chaleco para mirar la hora, eran las 10.15 am había olvidado por completo que desde ese día debía ir a la academia de baile a la que había estado asistiendo hace unos 5 mes, no, ella no había olvidado cuál era su meta en esa tierra distante, debía convertirse en una bailarina profesional de un modo u otro.

Ya tenía dinero suficiente para costearse varias cosas y sus días libres calzaban con sus días de clase en la academia así que todo debería salir bien.

Levantó la mano para detener el taxi que se encontraba más cerca y le dio la dirección de la academia. Le tomó al rededor de 20 minutos llegar hasta ella, ese sentimiento de emoción qué sentía en su pecho al momento de ir a una clase no cambiaba.
Preguntó si las duchas ya habían sido reparadas y se fue a dar la refrescante ducha que tanto necesitaba esa mañana.

Había tomado la clase de jazz y hip hop por el momento, y aunque su cuerpo se sentía sin práctica al principio, no tardó en tomarle el ritmo a las clase y lograr que su cuerpo realizará todos aquellos pasos de baile.

A pesar de ser una de las "nuevas" todos le habían tomado cariño por el esfuerzo que ponía en todo lo que hacía y estaba entre una de las que tendría una presentación en el Radio City Music Hall.

- ¡Jessie!-. Gritó su buena amiga Hyo.
- ¡Hyo!-. Respondió emocionada y corrió a donde su amiga para darle un abrazo.
- Volví sana y salva como te lo había prometido-. Sonrió y correspondió el abrazo de Jessie.
- ¿ Y tú familia como estaba? supongo que felices por todo tu presentación.
- Si, me apoyan totalmente ahora. Te extrañe mucho-. Dijo haciendo un tierno puchero.
- Yo también, no tenía quien hiciera el aseo en la casa-. Dijo Jessie fingiendo un rostro apenado.
- Me estoy imaginando la casa destruida por completo-. Rió Hyo mientras tomaba a Jessie de la mano y se dirigían a la sala de baile.

Hyo era la mejor amiga de Jessie desde hacía muchos meses, también quería convertirse en bailarina profesional. Se conocieron un día que Hyo estaba bailando con un grupo de break dance en las calles de L.A y desde ahí se volvieron inseparables. A pesar de que Hyo solo hablaba coreano eso no fue impedimento para que el lenguaje del baile las uniera y decidieran ir a vivir juntas desde L.A hasta NY.

 Winter Donde viven las historias. Descúbrelo ahora