Capítulo 5

833 79 0
                                    


Mi madre se dio cuenta de que algo andaba mal cuando llegué a casa, pero por suerte, nunca me preguntó al respecto. ¿Qué demonios le podría haber dicho, de todos modos? "Estoy enamorado de Louis, pero no podemos ser amantes porque él quiere casarse y tener hijos".

Sin embargo, estaba tan deprimido que acabé acortando mi corto permiso y volviendo a la base. Fue una suerte, porque me dio dos semanas con Beau que no habría tenido. Nada más regresar a la base llegaron los nuevos destinos para los dos. Él fue enviado a nuestra embajada en Tailandia como miembro de la seguridad, y yo fui asignado al personal del Cuerpo General de Marines en el Pentágono.

Durante las siguientes dos semanas, antes de que tuviéramos que irnos, Beau y yo nos follamos hasta nuestros sesos. Una noche alquilamos una habitación de motel, y hubo ocho marines desnudos teniendo sexo en todas las combinaciones posibles durante toda la noche. Beau y yo hicimos, posiblemente, todo lo que cualquiera de nosotros pudo imaginar en nuestras lujuriosas cabezas y cuando terminamos nos dijimos adiós, dándonos cuenta de que probablemente habría pocas posibilidades de que nos viéramos de nuevo.

Sabía que Beau iba a hacer carrera en el Cuerpo, y él sabía que yo había estado tomando clases para tratar de obtener un título universitario que me permitiera salir de él.

No sé cómo alguna vez llegué a llamar la atención del General de Brigada Walter D. Evans, o tal vez fue solo el capricho de la burocracia del Cuerpo, pero fue el mayor golpe de suerte que he tenido.

No me di cuenta hasta que llegué a Washington DC, pero había sido asignado como chofer personal del general. Esto significaba que tenía inaudito acceso a un jefe de dos estrellas, lo cual era raro para un E-5.

Cuando el general se enteró de que yo había jugado al fútbol en el instituto y que quería ser profesor de secundaria y entrenador, me convertí en el hijo que nunca tuvo.

Al parecer el General Evans había jugado al fútbol en Annapolis y siempre había querido tener un hijo que siguiera sus pasos allí, pero, en cambio, había terminado teniendo cuatro hijas.

El general dispuso todo para que tomara clases en la Universidad de Georgetown casi sin ningún coste. No estoy seguro de cómo lo hizo, sin embargo, sí sé que tenía amigos en lugares muy altos, incluso entre los Jefes del Estado Mayor. Lo sé por los dos años que conduje para él, en los cuales llevaba los libros de la universidad conmigo en el coche en todo momento.

También tenía que mostrarle todas mis calificaciones, puedo apostar que nunca tuve mejores calificaciones en mi vida.

Con todas las clases que había tomado con anterioridad y con un algunos créditos convalidados por experiencia profesional, en el momento en que estaba listo para dejar el Cuerpo, me estaba graduando en la Universidad de Georgetown con una licenciatura en historia y una diplomatura en educación física.

Mi madre voló para la graduación, y el general trajo a su esposa y a dos de sus hijas que aún vivían en casa.

Pensé en invitar a Louis, pero imaginé que estaría demasiado ocupado con su propia graduación y otras cosas. Justo la semana antes de mi graduación, leí que había firmado con los Cougars de Nuevo México con un contrato inicial de más de tres millones de dólares por dos años.

Dejar el alistamiento en el Cuerpo fue casi tan difícil como había sido decir adiós a Beau. Ciertamente, decir adiós al general Evans fue increíblemente difícil para mí. Le debía mucho, y yo lo sabía, pero ni siquiera me dejó darle las gracias. Me dijo que los dos éramos marines y los marines ayudaban a sus hermanos. También me recordó que, sin importar qué: Una vez marine, siempre marine.

El Juego de los Corazones Ardientes » l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora