Capítulo 8

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—¿Entrenador Styles?

Levanté la vista de mi escritorio en el que había estado trabajando en planes de estudio después del horario escolar. Me pareció recordar esa voz culta y estaba en lo cierto, el Sr. Dennis Hamilton, el agente de Beverly Hills de Louis, estaba una vez más, de pie en la puerta de mi despacho en los vestuarios.

Esta vez, parecía aún más fuera de lugar, llevando un traje gris perla y lo que parecía ser un abrigo hecho de algo increíblemente caro como vicuña. Había pasado un mes desde que me fui de la habitación del ático del hotel en Nueva York, dejando a Louis con sus ideas de relaciones ocultas. No había oído de él y no lo esperaba.

—Sr Hamilton, no esperaba verle por aquí de nuevo —le dije, señalándole el asiento.

—¿Por qué no? Quería entregarle el cheque, y necesito una lista de los miembros de su equipo para hacer las reservas de avión y de alojamiento en el hotel.

Lo miré con sorpresa.

—¿Quiere decir que el viaje todavía sigue en pie?

—Por supuesto. ¿Por qué no iba a ser así?

—¿Ha hablado con Louis acerca de eso?

—¿Quién cree que me envió?

No sabía qué pensar. Tal vez Louis decidió que, ofrecerme como incentivo el regalo al departamento de atletismo y el viaje de mis chicos, me haría pensar dos veces acerca de su otra oferta. Por supuesto, podría ser simplemente que Louis estuviera manteniendo su palabra, sin importar lo que había pasado entre nosotros. Tenía que admitir que, fuera como fuese, Louis siempre fue honesto. Siempre había mantenido su palabra.

—¿Hay alguna "condición" para el uso de ese dinero?

—No, entrenador. El dinero es para el programa deportivo del instituto Northeast y puede ser utilizado de cualquier forma que desee.

De repente tuve una idea.

—¿Puede preguntarle a Louis si le parece bien que lo utilicemos para establecer un fondo de becas para estudiantes deportistas que lo merezcan?

—Estoy seguro de que el señor Tomlinson se mostrará de acuerdo.

—Creo que sería un mejor uso del dinero que comprar equipo nuevo o algo así.

El Sr. Hamilton no dijo nada durante unos instantes, y finalmente me preguntó: —No quiero entrometerme, pero ¿pasó algo entre usted y el Sr. Tomlinson ese fin de semana?

—¿Por qué?

—Es solo que, desde ese fin de semana, el Sr. Tomlinson está distinto. Está muy deprimido y, a causa de ello, su juego, definitivamente, ha empeorado. Para ser honesto, estoy preocupado por él.

—Estoy seguro de que estará bien. No pasó nada que yo sepa. Nos lo pasamos muy bien juntos.

No quería mentir, pero si Louis no le había dicho a su agente lo que estaba pasando, seguro que no iba a ser yo el que lo desvelara.

—Bueno, solamente pensé en preguntar. He intentado conseguir que hable de ello, pero no lo ha hecho —dijo Hamilton, poniéndose de pie—. Voy a encargarme de las reservas y le pasaré todos los datos, entrenador.

Y con esto, me tendió la mano por encima del escritorio. Se la di. Se acercó a la puerta y luego se volvió.

—Lo veré en el juego de los corazones rojos en febrero, entrenador Styles.

—Sí, señor Hamilton. Nos veremos en febrero.

Cuando estuve solo de nuevo, pensé largo y tendido sobre lo que el agente me había dicho. Así que Louis estaba deprimido. Bienvenido al club, amigo, dije para mí mismo. No había sido capaz de comer o dormir durante todo el pasado mes. No pasaba un momento del día en el que no pensara en él, y cada vez que lo hacía, era como si mis tripas se estuvieran comiendo a sí mismas.

El Juego de los Corazones Ardientes » l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora