Capítulo 2

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La psiquiatra entró al consultorio intentando llamar mi atención, cosa que no siempre lograba. -¿Mountain Dew?- Cuestionó mostrándome una lata de la que era mi refresco favorito. Vaya, aún lo recordaba. Sonrió al darse cuenta que había captado mi atención y se sentó en una silla frente a mi. Estiró su brazo y me tendió la lata.

-Lo recuerda. -Tomé el refresco y lo abrí. Ella mantuvo su sonrisa, parecía tan real.

-Claro, si era lo que siempre pedías cuando llegabas aquí, si te daba una no decías ni una sola palabra. -Se acomodó el cabello detrás de su oreja sonriendo. -Sólo te quedabas mirando esa ventana.

-Remodeló el consultorio y lo único que conservó fue esa estúpida ventana. -Suspiré y alejé la mirada de ese marco desgastado. Ella parecía no comprender el motivo de mi molestia, nunca me había quejado de esa ventana, todo lo contrario. Pero esa ventana era la causa de mis problemas.

-Recuerdo que tu fuiste quien me dijo que le gustaba esa ventana, y fue por eso que la mantuve. -Así que ahora había dejado la ventana por mi. Vaya. -Pero dime, ¿qué es lo que te ha hecho volver aquí? La última vez que nos vimos dijiste que tus padres te habían prohibido el salir de casa, aunque se tratase de venir aquí, así que pensé que no volvería a verte por aquí. -Hizo una pausa para mirarme fijamente y tratar de obtener de nuevo mi atención. La miré asintiendo, eso es lo que había pasado la última vez. -Pero tu madre me llamó el domingo. ¿Has vuelto a tener pesadillas, Jared? Dijo que en veces te escuchaba en la sala o movimiento en tu habitación a altas horas de la madrugada. -Desvié mi mirada hacia la lata de refresco que estaba entre mis manos y la aplasté un poco, ella pareció notarlo. -Jared, cuando tus padres te prohibieron salir, ¿por qué fue? -Me cuestionaba, aunque ella conocía la respuesta. -Sabes que puedes decirme lo que quieras, no te voy a juzgar. -Y eso era porque lo sabía, lo sabía perfectamente.

-Amenacé a uno de mis compañeros de clase con una navaja. -Por primera vez en 20 minutos había pronunciado algo. Y hubo un momento de silencio, sé que ella al igual que todos me temía. Tenía miedo que un día la atacara, como otro de sus viejos pacientes. Temía que mis "instintos psicópatas" se hicieran presentes en su contra.

Ella negó y apuntó algo en su libreta que siempre usaba en cada sesión, y la misma que tenía desde que vine hace mucho tiempo. Al parecer apuntaba todo lo que le contaba en una sola libreta, sin escribir nada sobre nadie más. -¿Hubo alguna razón en particular para que llegaras a eso? ¿Te molestó o te hizo algo? -Cuestionó buscando una explicación a mi comportamiento, a lo que yo simplemente negué. No había habido una razón para que lo hiciera, la tenía, pero él nunca me había hecho nada, a penas sabía su nombre. -¿Nada? ¿Alguna acción suya que te molestó?

-Estaba molestando a un chico de primero. Estaba tirado en el suelo, completamente atemorizado de que ese estúpido y su bola de esbirros lo lastimaran. -La doctora bajó de nuevo su mirada y escribió algo que logré leer: «impulsos provocados por la ira, sobre los cuales no tiene control». -Así que yo, simplemente me acerqué lento hacia ellos y cuando estuve adentrándome al círculo metí la mano en mi bolsillo y saqué la navaja, la puse sobre su cuello y dije: «Déjalo en paz si no quieres que tu sangre sea la que escurra por el filo de esta navaja.»

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