A cuatro pasos del abismo

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No pude dormir. Mi mente me atormentó con el recuerdo de Dustin morir entre mis brazos, lo que me llenaba de una ira incomparable y una desoladora tristeza. A mitad de la noche, tuve que salir hacia mi balcón; creí estúpidamente que si contemplaba la luna, olvidaría por un instante mis demonios; pero no fue así. Me quedé allí afuera, sintiendo un viento helado sacudir mi cuerpo, hasta que el sol comenzó a asomarse por el este, detrás de unas pequeñas colinas que conforman el límite de la extensa propiedad de la casa de mis padres.

Mi habilidad como Alfa, consisten en absorber la energía luminosa, mediante las cientos de miles de células fotovoltaicas que hay en mi piel y que funcionan como paneles solares; almacenar en mi cuerpo la energía luminosa que absorbo y posteriormente dispararla o usarla en diversas formas.

Jamás en mis 20 años de vida, había necesitado usar mis habilidades al cien por ciento, por lo que no tenía idea de que más era capaz de hacer. Me había limitado a practicar junto con Dustin en lo profundo del bosque, donde no pudiéramos herir a nadie más. Sabía que para utilizar mis habilidades, necesitaba primero absorber energía, y mi fuente inmediata siempre fue el sol.

***

Al regresar a mi habitación, la cual había recubierto de más posters de superhéroes desde mi infancia; reposé a un lado de mi cama, en el suelo alfombrado, mis rodillas desnudas e incliné mi cuerpo debajo de la cama, de donde extraje, luego de estirarme debajo de esta, una caja alargada de cartón; al abrirla, me topé con la nada; estaba completamente vacía. Comencé a transpirar inconscientemente de los nervios de que alguien de mi familia alguien del personal hubiese descubierto y robado su tan preciado contenido.

—Buenos días mi niño.

De pronto, la puerta de mi habitación se entreabrió soltando un ligero chirrido, mismo que me llevó a posar mi mirada sobre Dorotti asomada desde el otro lado. Dejé la caja a un lado de mis piernas, sobre el suelo; y en el momento que miré el objeto entre las arrugadas pero cálidas manos de mi nana, me puse de pie con la boca entre abierta, mi sudoración empeoró, obligando a mi camiseta básica gris a adherirse sobre mi torso mientras se pintaban pequeñas manchas oscuras sobre esta.

—Supuse que lo necesitaría tarde o temprano; me tomé la libertad de lavarlo para usted; espero no le moleste —Caminó despacio hasta mi, para entregarme un porta trajes negro, el cual tomé sin quitarle mi mirada de asombro de encima.

Bajé la cremallera lentamente y mis ojos descubrieron bajo el oscuro plástico, lo que tanto buscaba en ese momento. Volví mi vista a Dorotti parada frente a mí; en mis ojos yacía toda la duda y el desconcierto que me había tomado en ese instante; bombardeé de preguntas silenciosas a aquella mujer que era como una segunda conciencia para mí; todo lo que alguna vez sentía y pensaba se lo comentaba, a diferencia de obvios puntos hasta cierto punto delicados. Había expulsado a aquella mujer de mi vida, que no hizo más que brindarme en sus mejores años todo su amor, cariño y comprensión.

—Dorotti... —Quería intentar en vano explicarme, con alguna de mis recurrentes excusas y mentiras, que parecían no hacer más que delatar mi verdad.

—No diga nada mi niño, lo sé todo; no soy quién para juzgarle, y me limitare a aconsejarle que se cuide —Me interrumpió—. Le deseo toda la suerte a donde quiera que la vida que ha escogido lo lleve.

Sin pronunciar más o dejarme agradecerle, Dorotti abandonó mi habitación después de haberme dado un reconfortante y tierno abrazo. Con ese humilde gesto, mis nervios, todos mis miedos e inseguridades se resguardaron en lo más oscuro y desolado de mi corazón. Dorotti simbolizaba para mí, algo más que una Nana; aquella mujer de cabello cenizo, baja estatura y una complexión que la hacían por demás, lucir adorable; la que siempre me recibía con sus mejores sonrisas a pesar de haber sufrido días difíciles, como el haber dado en adopción a su pequeño por la falta de recursos; había sido prácticamente mi pilar, forma de la que a mi madre jamás podría llamar.

StarlightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora