No es nada en específico.
Acá voy a publicar pequeños cuentos o relatos que escriba y me parezca que valga la pena compartirlos con ustedes.
Espero que disfruten de estos pequeños textos tanto cómo yo.
(No es una hitoria con actualizaciones seguida...
Una de las tantas noches que estaba sola y las lágrimas silenciosas se derramaban en mi almohada, vi una sombra en mi ventana.
Con mucho cuidado, abrí los grandes vidrios y me topé con unos ojos marrones escondidos entre unos mechones de un flequillo castaño.
Ambos nos observamos sorprendidos. La luz de la luna hacia brillar sus rizos que caían hasta sus hombros.
Lentamente, se sentó en el marco de mi ventana y palmeó el espacio vacío a su lado para que me sentara. Por alguna razón, su mirada me infundió confianza y no me negué.
Me propuso hablar un rato. Me comentó que se dirigía a un lugar lejos de aquí y que escuchó unas pequeñas lágrimas caer.
-¿Por qué tan triste Lula? - Me preguntó, curioso.
Entonces le conté sobre mi repentina sensación de soledad. Y, sinceramente, esperaba las típicas palabras de consuelo que no servían para nada. Pero el se limitó a abrazarme y susurrarme una hermosa canción al oído. Luego se alejó y me limpió las lágrimas con los pulgares.
- Soy Dante - se presentó - y seré tu pequeño angelito Lula - murmuró con un sonrisa en sus labios.
Me dedicqué a observarlo unos segundos. Parecía de mi edad. Un niño de diez años, el cuál poseía una hermosa sonrisa en su rostro. Mostraba unos dientes perlados que contagiaban su alegría.
- Cuándo estés sola, estaré aquí.- Prometió - Nunca te voy a abandonar pequeña Lula. A veces nos sentimos perdidos, pero no hay que dejar que la pena nos retenga. Somos niños, de alma libre, ¿De acuerdo?
Asentí con los ojos llenos de lágrimas. Sabía que el me estaba prometiendo lealtad y amistad eternas.
-Lula, te voy a enseñar a volver a sonreír, lo juro - Afirmó mientras me tomaba la mano y me dirigía la cama.
Con mucho cuidado, me arropó y me depositó un suave beso en la frente. Luego, comenzó cantar su canción una y otra vez, hasta que mis párpados se sellaron.
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A la mañana siguiente, temía que todo hubiese sido un sueño. Sin embargo, cuándo bajé , pude ver a mis grandes amigas reunidas, con una gran torta y algunas jugando con la nieve.
Me quedé en el margen de la puerta, mirándolas un segundo. Por un instante, me enojé con Dante porque él no estaba allí.
Pero lo entendí: él me prometió que nunca me iba a dejar sola. Entonces, trajo hasta mi puerta a las mejores personas que uno pueda encontrar. Me llevó cinco angelés que cuidarían de mí por él. Y nunca me abandonaron.
Algunas veces, cuándo estoy medio dormida, aún puedo sentir su beso antes de caer en hermosos sueños.
Todos tenemos un pequeño ángel, que nos guía en los días oscuros y que jamás nos va a abandonar .
Una bola de nieve aterrizó en mi cara, sacándome de mi ensueño. Vi la cara de mi amiga a lo lejos con una sonrisa traviesa y salí corriendo tras ella. El resto de la tarde se pasó entre peleas y juegos.
Hoy en día, con catorce años, aún me gusta cerrar los ojos mientras jugamos a las escondidas rogando que no me encuentren o rasparme las rodillas cuándo me caigo en la rayuela al momento de agarrar la piedrita.
Nunca le voy a poder agradecer lo sufieciente a Dante por todo lo que hizo por mí.
Majureader
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