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Pov Kagome:

Ya habían pasado tres semanas desde que me fui de la aldea y en ese tiempo me he sentido emparte mal por mis amigos porque ellos no se merecen que los evite pero tengo que a toda costa evitar a Inuyasha.

En estas semanas he sentido cosas muy extrañas en mi. Cuando estaba entrenando con Sesshomaru sentí que mi poder se incrementaba. ¿Debo estar loca no? Pero sigo preocupada por lo de ese día. Casi no recuerdo nada de lo ocurrido pero vagos recuerdos aparecen, haciéndome creer que algo debe estar mal en mi.

FLASHBACK:

Era de mañana y en un jardín dentro de un castillo se podía apreciar a un youkai y una sacerdotisa entrenando.

La miko hacía golpes precisos a su compañero de prácticas mientras que este, con un poco de difícultad, los esquivaba. Pero en una de las oportunidades en el que el Youkai, El Lord de esas tierras, le devolvía el golpe, la miko en un movimiento veloz le esquivó y le tiro al suelo quedando sobre él.
El ataqué fue tan eficiente que dejó un ligero golpé en su brazo derecho. Orgulloso,iba a felicitar a la azabache por su desempeño cuando este pudo ver un cambio en sus ojos de color chocolates a unos rosados con un toque de ámbar pero tan rápido como lo notó desapareció, haciendo que la azabache volviera a su color de ojos normal y antes que pudiera decir algo acerca de su descubrimiento, la miko se había desmayado.

FIN DEL FLASHBACK:

Quisiera aclarar esta duda que tengo. Siento que se me olvida algo. Como si fuera otra persona. Esa sensación tan extraña es similar a la que tuve cuando descubrí que era sacerdotisa. ¿A caso esto tiene que ver con que sea la reencarnación de Kykio? No, no pensaré en eso. Me dormiré para poder reponer fuerzas y esto quedará en el olvido.

Fin del Pov_

Kagome se recostó en su cama. Que por cierto era muy grande estilo matrimonial. Lo cual era muy común en ese castillo. Cerró lo ojos y se durmió lentamente. Las horas pasaban y pasaban y la azabache se removía bruscamente en su cama. De su frente caían gotas frías de sudor mientras en sus ojos las lágrimas caían de una forma lenta y acompasada. Su respiración se volvió irregular y pequeño sollozos se escuchaban.

En el sueño de Kagome:

Todo era oscuridad infinita. Alumbrada tenuamente por un rayo de luz que desprendía una calidez extraña pero reconfortante para ella hasta que de la nada se escucha una voz:

- Kagome....-se escuchó - Kagome- repitió la voz con insistencia. La azabache confundida decidió seguir avanzando por aquel desolado lugar, exclamando de vez en cuando sobre lo que estaba ocurriéndole.

No sabía cuanto tiempo había estado caminando pero aunque siguiera avanzando ese lugar parecía no tener fin. Resignada se dispuso a sentarse en el oscuro piso de aquel lugar.

-Kagome-  Volvía a escuchar esa voz pero a diferencia de las tantas veces que la había escuchado, esta se oía más cercana, más próxima de ella. ¿Debería ella sentir miedo? Y aunque era lo más razonable no lo sintió en ningún momento. Con determinación preguntó a la voz:

-¿Quién eres?- Era tonto pregunta, puesto que las probabilidades de que le digera quien era eran mínimas o eso creía...

- Hija... mi niña a pasado mucho tiempo.-  De la nada respondió una silueta, la cual se distinguía tenuamente del escenario que se comenzaba a formar.La azabache reconoció el lugar al instante. Estaban alado del pozo devora huesos. La silueta se movió lentamente hasta sentarse en la madera casi desgastada del pozo. De un pelo negro y ojos rasgados de un color azulado marino era el hombre que comenzó hacerce visible frente a ella. La azabache sabía quién era. No había duda. Un dolor intenso se apoderó de su pecho y su mente de a poco se comenzaba a opacar con los recuerdos que por tantos años había reprimido.

- ¿POR QUÉ TE FUISTE?- dijo con lágrimas en sus ojos. Quería, es más, exigía saber la razón del porque ese hombre, su padre, la había dejado. A su madre ya a ella les había dolido mucho que este se hubiera ido. Kagome desde entonces siempre creció con un concepto de su padre, el cual no era bueno.

- Hija.. tuve que hacerlo. Si no lo hacía tu madre y tu sufrirían...- exclamó con tristeza. Se veía que el rechazo que vió en la mirada de su hija le había afectado pero después de todo el sabía que esto pasaría. Pero no. No se arrepentía...

-¿Por qué?- Lo miró con enojo pero él sabía muy bien que la curiosidad y la necesidad de saber de su hija eran muy fuertes por lo que opacarlos con enojo era normal. No vió el problema en responderlo con la misma rapidéz con la que ella preguntó, pero debía ser cauteloso y prudente... no debía decirle más de lo que ella podría propesar en esas condiciones.

- Yo era un Lord. El Lord de las tierras del Este. Como podrás imaginar yo no era humano- paró un momento y vió a la expresión de sorpresa de la azabache. Decidió continuar puesto que su tiempo no era precisamente gratis. -Te seré breve Kagome... tu no eres lo que aparentas ser. Eres algo muy bello y espero que sepas apreciarlo tanto como yo lo hago- la miró con ternura y se acercó a ella. La abrazó con desespero y continuó:

-Mi tiempo se acaba Kagome. Recuerda que siempre te querré igual que a tu madre- El cuerpo del hombre comenzó a desaparecer pero la azabache no quería dejarlo ir pero era inevitable. Él ya no pertenecía a este mundo.

-Eres un ángel- susurró hasta la última palabra desapareciendo completamente.

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Sobresaltada despertó. Sintiendo las lágrimas bajar por su rostro. Sus ojos abiertos como platos se posaron en la gran luna majestuosa que se colaba por el balcón de la habitación, pronunciando con cierta incredulidad las úlgimas palabras dichas por su padre.












-Un ángel

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Un Destino Inesperado.(Editada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora