Capítulo 22

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N/A: Recomiendo escuchar Where I stood de Missy Higgins. 


Vuela, vuela alto y se libre. Vuela tan alto que las nubes acaricien tu piel, vuela tan alto que los grandes edificios se vean como pequeñas hormigas. Vuela tan lejos que puedas rosar la luna. Se libre como lo es tu mente al soñar. Vuela tanto que los sueños se vean como las grandes estrellas en aquel oscuro cielo. Vuela... pero por favor, no caigas.

Siente el frío, siéntelo. Respira hondo, lo más que puedas, respira el frío que por una vez no te dará miedo, respira y siente el frío que él es quien te ayuda, él es quien te da consuelo en esas noches de agonía silenciosa. Porque gracias al frío tienes menos miedo al calor.


-Tú realmente piensas dejarlo todo por una persona- susurro con voz cansada – Realmente piensas en abandonar tu sueño.

Si.

-¿Y qué pasaría si no lo haces?

Ella seguiría atormentándome

-¿En serio piensas eso? O solo es tu mente jugando con tus recuerdos

No... lo se

-piénsalo, tal vez ella solo esta hay, porque tú quieres que este hay.

***

Sus dedos seguían moviéndose libremente por el piano, sin control, sin ningún sentido. Movimientos frágiles y muy débiles, aunque libres, marcando su territorio, pidiendo a gritos ayuda. Solo estaba ella, solo ella y sus pesadillas. Aunque no lo pareciera, el fondo, detrás de todo ese desorden había una niña traviesa que ansiaba su libertad, detrás de todo estaba lo que alguna vez tuvo que ocultar, muy en el fondo está la luz que podía cegar a quien le mirara. Pero por ahora no saldría y tal vez jamás lo haría, porque esa niña solo estaba para ella. Solo ella sabía quién se encontraba oculta, solo ella. Nadie más, ni sus amigos más cercanos.

Libera tu miedo, deja que vuele, olvídalo. Vamos tu puedes, siéntelo a más no poder, has que te marque, has que te haga llorar, porque después de tanto miedo y soledad viene la libertad. Suelta las cadenas, rómpelas como ellas una vez te rompieron a ti. Hazle saber al mundo que tú eres mejor que miles más, y presume de la sabiduría que este te regalo, cubierto de todo el miedo, porque creas o no el dolor te hace sabia.

-Entonces ¿Que vas hacer? –Dijo muy cerca del débil cuerpo de la pequeña –liberarte de tus cadenas o condenarte más.

La alta mujer se levantó, con el bastón en su mano derecha comenzó andar en dirección a la pelinegra. La pequeña de la pijama azul platinada continuo su tocar, para después desaparecer nuevamente ante sus ojos.

-Contesta Pansy –ordeno la mujer. – ¿Quieres que yo te deje libre? Pero para eso tienes que encontrarme. Y ver sobre lo que te enseñe.

Aquella mirada imponente se alejó. Su mente era un lió, todo su interior era un lió. ¿Qué debía hacer? Miro sus pies y las vio. Hay estaban ella, esas cadenas, fría y duras. Las siguió con su mirada, ante el horror vio otro pie aún más pequeño que colgaba de una silla negra, siguió viendo, se topó con el vestido rosa pálido que uso en su primera presentación, después aquel cuerpo nuevamente reapareció. La pequeña tocaba tal y como ella le había instruido. El negro cabello brillaba con la lámpara sobre sus cabezas. Así que siempre estuvo unida a su pasado cuando creyó haberlo dejado con su muerte. Aunque eso era solo una vil mentira.

Nunca lo dejo.

La pequeña volteo a verle, sus ojos mostraba una impenetrable capa de frialdad, tan impenetrable que ni ella podía ver a través.

Tienes que encontrarme y ver sobre lo que te enseñe.

Sus dedos dejaron de moverse con dureza, ahora sus movimientos eran lentos señal de rendición. Los murmullos no dejaron de sonar, las voces decepcionadas rogando que no lo hiciera. Aun así su mirada seguía en la pequeña, deseando quitarle las cadenas que marcaban sus descalzos pies. Nota tras nota, cada una bajando de volumen y solo por un momento, cruzo por su mente el no hacerlo. Pero ese pensamiento solo iba de pasada, tal vez para no dar la vuelta y quedar entre otras palabras olvidadas.

Silencio. Expresiones de compasión, mirada de decepción, suspiros de cansancio, manos nerviosas caídas. Pero más silencio sin voces, ni piano. Pansy cerró los ojos, preparándose para  levantarse y retirarse, pero algo la detuvo. Volvió a mirar por detrás y la vio, aun tocando. Su cuerpo se hizo más pequeño, su ropa fue cambiando a otro vestido amarillo de flores blancas tomo el lugar del rosa, su cabello se encogió acomodándose a los lados con lasos amarillos. Oh pequeña, frágil y dulce, pequeña. Las cadenas de los pies de aquella niña del brillantes vestido amarillo chillón fueron desapareciendo hasta llegar a la mitad donde las de Pansy seguían aferrándose a sus pies.

Sin apartar los ojos de la menor una mano de una mujer mayor fue apareciendo sobre su hombro. La niña le sonrió para después continuar con su melodía. Aquella mujer lucia más joven, con el cabello peinado y un largo vestido verde olivo, sonriéndole. La Pansy del vestido azul solamente se quedó parada viendo la escena.

-Encuéntrame y ve sobre lo que te enseñe – dijo la mujer caminando hacia ella.

Alargo la mano y lentamente acaricio su mejilla con aquel amor que solo una madre puede dar. Pansy cerró los ojos y suspiro.

- Sin pensarlo, destruí tu vida lentamente, solo para que fueras lo que yo no pude ser –revelo la mujer, sus manos temblaban y sus ojos soltaron pequeñas lágrimas. –Lo siento, perdóname Pansy,por todo... 

El público veía atónitos a la joven del maldito sensual vestido azul, ella respiro dio la vuelta y volvió a sentarse, nuevamente aquel piano volvió a pedir ser tocado. La diferencia era que aquellas cadenas desaparecieron. Y aquel lugar; quinta fila segunda columna la sombra fue desapareciendo, revelando a una persona con la sonrisa más brillante que jamas pudo ver. 

Giro el rostro, la niña aún estaba hay sonriéndole, ambas asintieron, la joven se volvió hacia el piano estuvo a punto de volver a tocar... pero frente a ella, al otro extremo del escenario un tercer piano apareció y si, la pianista era aquella chica de la fría mirada impenetrable que ahora mostraba una pequeña sonrisa llena de luz y lágrimas salían, resbalando sobre su mejilla. Aquella chica del vestido rosa también fue liberada de las cadenas. 

Y así una nueva melodía que parecía que tres pianistas tocaban fue naciendo del aquellas cadenas que unían un pasado dulce, amargo y agrio.

Volaron, volaron tan lejos que tocaron la luna con sus manos. Volaron y no cayeron. 

Human - Dramione  [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora