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Un minuto, sesenta segundos. Sesenta segundos para pensar.

No puedo quejarme con la vida que me ha tocado: una familia feliz, con sus más y sus menos, pero feliz, siempre he tenido aquello que he querido, unas amigas que no son amigas sino ángeles caídos del cielo.
En cuanto al amor nunca he sido bastante afortunada... pero que más dará, tan solo es algo pasajero.
Voy pensando mientras voy a la siguiente casa que miraré para alquilar mientras estudie la carrera que he decidido estudiar. He de decir que Orleans es mucho más bonita de lo que nunca imaginé.
La casa que estoy buscando no queda muy lejos por lo que no tardo más de cinco minutos en posicionarme frente a su gran puerta de madera negra. Para ser tan barata es demasiado grande.
Llamo a la puerta y espero unos minutos hasta que una agradable mujer de pelo canoso y que aparenta unos sesenta y cinco años me abre con una amable sonrisa.
- Buenos días señora, la llamé esta mañana para ver la casa. - respondo amable mientras intento ver, lo que me permite la apertura de la puerta, la casa por dentro.
- Claro señorita, usted debe ser África, ¿me equivoco?
- Esa misma. - respondo con una sonrisa.
- Pasa, te enseñaré la casa bonita.- Abre la puerta más y se hace a un lado para dejarme entrar.

La casa es preciosa, tiene dos plantas, al entrar hay unas hermosas escaleras en forma de caracol. A mano derecha se encontraba la cocina y a continuación un espacioso comedor. A mano izquierda se encontraba una sala de juegos enorme y un salón. Subo las escaleras tras ella y al llegar arriba encuentro una puerta que da a un lujoso baño. A cada lado se encuentran dos habitaciones una de hombre y la otra de mujer. Al final del pasillo se encuentra una habitación de invitados y en la otra punta una habitación con una cuna en medio. Entro e inspecciono toda la habitación, al contrario que el resto de la casa, esta no está ambientada en colores blanco y negro, sino que tiene un color azul pastel. La habitación está llena de peluches y juegos. Me fijo en un tren que está dividido por toda la habitación. La habitación es realmente hermosa pero no entiendo que hace una habitación de bebé en una casa que se alquila.
- Esta habitación sería la de mi nieto. El nunca llegó a nacer. Su madre, mi hija, murió en un accidente automovilístico junto a su marido. Es por eso que alquilamos la casa a estudiantes como tú. En esta casa solo vive mi otro hijo, él permanecerá aquí hasta que termine sus estudios, creo que estudia en la misma universidad que tú bonita así que si tienes alguna duda podrás preguntarle a él. El llegará mañana por la mañana de mi casa, yo vivo en París. Y... esto es todo, si deseas quedarte en esta casa solo tendrás que firmar estos papeles y mañana podrás acomodarte aquí.

Mientras me contaba todo yo simplemente escuchaba y asentía levemente cuando era necesario.

La historia de su hija es muy triste y aunque quiero saber más, sé que no debo entrometerme en esos temas. Por otro lado la casa es muy bonita y espaciosa, incluso puedo traer a mis amigas de vez en en cuando.

- Sí, claro. La casa me ha encantado, traiga esos papeles y los firmaré en un momento. Y, lo siento mucho por lo de su hija y nieto señora.
- Oh, no me llames señora, puedes llamarme Aurora. - me responde sonriente.
- De acuerdo Aurora.- respondo de la misma forma.

Aurora es una mujer encantadora, espero que su hijo también lo sea... porque no le haré la convivencia nada fácil. No es que vaya a intentar hacerle la vida imposible, sino que soy una chica un poco difícil de llevar y siempre hago un poco lo que me da la gana, sin importarme que pueda o no hacerlo.
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Aquí estoy de nuevo frente a la casa que será mía durante unos años, bueno mía y del pobre desafortunado que, por cierto ni siquiera se como se llama. La puerta está medio abierta así que entro y todo es un caos, todo está tirado por el suelo las mesas y sillas volcadas, parece como si alguien hubiera entrado a robar.

SERENDIPIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora