Mika Megami.

- ¿Mika?

Escucho una voz bastante conocida.

- Mika

¿Quién es? Yo sólo quiero seguir durmiendo...

- ¡Mika!

Abrí los ojos alarmada.

Estaba de pie en un cuarto completamente sumergido en la oscuridad, lo que podía percibir era solamente aquélla voz.

Una luz iluminó la sala, no toda, sin embargo era cegadora.
Me cubrí con el torso del brazo los ojos.

- Descúbrete, quiero verte.

Inmediatamente como una reacción me cubrí la cara con ambas manos, de alguna forma no quería que me viera.

- ¿Quién eres?- pregunté nerviosa.

- Mírame.-ordenó una voz femenina.

- ¡N-no! Yo no...

De repente la persona se acercó y me quitó las manos de la cara.

Era una mujer bella, bastante bella. Su cabello era largo y de color rubio. Su cuerpo era delgado, piel blanca, sus ojos eran de un color azul oscuro, ella vestía con un largo vestido blanco.
Lo único que ella hacía era observarme y sonreírme.
Transmitía un aura felíz y cálido.

- ¿Has conocido a tu padre?-preguntó acariciando mi mejilla con una gran sonrisa en su rostro.

- ¿Mi padre?

Me aparté un poco para que ella no siguiera.

Su sonrisa desapareció completamente.

- Supongo que no.- dijo bajando la mano.

El ambiente dejó de sentirse con esa aura.

La mujer miró a cualquier otro lado excepto a mi.

- ¿Con quién vives Mika?

- No puedo contestarte eso.-dije negando con la cabeza.

- ¿Por qué no?

- Por qué... No se nada de ti, no sé cuáles son tus intenciones y...

- Mika, soy tu madre.

¿Madre?

Creo que un tiempo llegué a saber el significado de eso.

Madre y padre son significados que no conozco.

- ¿ Mi madre?

Sonreí ligeramente.

- Esa palabra no tiene ningún significado para mí.

Ella abrió más los ojos y la boca, apunto de decir algo, se veía bastante molesta, pero...

- ¡Waaa!

Golpee fuertemente el suelo con mi cuerpo, o simplemente me caí de la cama.

-¿Qué demonios? - dije molesta

- ¿¡Qué has dicho?!

- ¿¡Qui-quién habla?!

Me levanté rápidamente y busqué de dónde provenía esa voz.

- Retracta lo dicho.

- ¡Waaaa!

Una pequeña hada apareció frente a mí. Asustada di dos pasos hacía atrás pero resbalé y caí. Tiré varias cosas de mi mueble, cayeron sobre mí, era obvio que este no era mi día...

- ¿De verdad eres Mika? - preguntó el hada.

- Es Mika, eso es evidente. Es ella.

- ¡Más voces! - me cubrí los oídos y me acurruqué sobre mi misma. -¡Sean lo que sean no me molesten!