Capitulo 2

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[Yo amo a Lana, no os confundías. Pero en la historia le tocó el peor papel, sorry súbditos (entienden? Por qué soy Queen, Rey, eh? *muere ignorada*)]

Ahora.

Había pasado una semana desde él descubrimientos de mi odio hacia Lana, y también de la caja misteriosa en el cuarto de Willy.

- No, gracias, es que yo, por el bien de ella, prefiero no ir con Lana -dije sincera, moviendo mi mano de arriba abajo. También tratando de ser respetuosa a pesar de que por dentro le decía "pinche rubia".

- Claro -respondió Samuel, un tanto incomodo.

- Pu-puedes ir con Beatriz o... -dijo Willy, incómodo.

- Prefiero ir sola, gracias -les di una sonrisa, no me gustaba andar sola por las calles, pero sin embargo, ahí estaba yo, como un puta hipócrita. Sonriéndoles, "todo está bien" les digo.

- Vale, chiquilla -dijo un entusiasmado Samuel, ¿tan bipolar era?

- Gracias -dije dudando, ¿qué mierda significaba eso? Si, me daba permiso pero, ¿pa' qué lo quiero? Yo ya soy mayor de edad.

- Mejor te acompaño -dijo Guillermo, así, de repente. Lo cual me extraño.

- Como quieras... -dije confundida por su propuesta o petición, fuese lo que fuese, era raro viniendo de él.

Ambos se convirtieron grandes amigos desde que me recogieron de la calle y llegué a sus vidas como ellos a la mía.

Al igual que Frank y Luzu, que tuve el placer de conocer. No he visto o llegado a conocer a Alex, ni a Rubén y mucho menos a Mangel. Posiblemente aún se encuentren en España.

Me fui a cambiar, pensando en qué tan bueno era Alex y que tan real era Rubelangel.

No fue hasta que alguien irrumpió en mi habitación. Era Willy.

Yo ya estaba cambiada con mis jeans rajados puestos y una blusa limpia color azul pastel.

- Tengo que decirte algo... -¿qué? Actúa muy extraño, además de verse temblando se notaban sus nervios a flor de piel. Su voz se oía temblorosa.

- Claro, dime. ¡Ah! Por cierto, llámame Hanna -dije sonriente. No me mostré extrañada o confundida por su actitud, es lo peor que puedo hacer. Está temblando, esta nervioso, debe ser importante.

- Cre-creo que me gusta... -¡y Samuel tenía que entrar como si de la cocina se tratase!

- ¡Ya es hora de irse! -dijo entusiasmado, dando un portazo a la pared.

- Vale -dijo Guillermo, quien de repente dejo de temblar.

- Esta bien... -esto era muy extraño- vámonos.

Pasado los minuto y estábamos en el carro de Guillermo, dispuestos a irnos a alguna tienda, en la cual comprar ropa normal y formal para mí.

Tenía ahorros así que no pasaba nada. Ya tenía mis documentos listos, poseía una tarjeta de crédito y mi vida estaba siendo construida poco a poco, sin prisas pero sin pausas.

Tenía planes para el fin de semana y la semana que veía. Tenía mis juntas de trabajo agendadas y mis horarios bien memorizados así como el menú de el lugar donde trabajo, sus precios y sus ingredientes.

También me había aprendido los nombres de mis compañero, los cuales eran muy buena onda y no han tenido ni una queja sobre mi. Lo cual hace que mi ánimo aumente considerablemente.

Me había postulado para una universidad. Tenía mi horario ya establecido, contabilice mis tiempos, el horario de salida y el posible tráfico de las mañanas y de las tardes, y con todo esto: así poder estudiar los fines de semana, trabajar cuatro días a la semana e ir a la universidad en las tardes.

Viviendo con una Wigetta Shipper Donde viven las historias. Descúbrelo ahora